El dinero toma el control. En la famosa película CABARET dirigida por Bob Fosse y con Liza Minnelli, creación de 1972, disfrutamos con el tema MONEY MONEY, donde con geniales tonos, se describe la importancia de Don Dinero, en la sociedad moderna. Para la tétrica “película” que en la actualidad está diseñando el Foro de Davos, nos encontramos con un soniquete igual, pero menos divertido. Solo espero, que como ocurre en la controvertida CABARET, los del Foro Económico Mundial, obtengan el resultado inverso a lo que esperaban con la balada “El mañana nos pertenece” (Tomorrow belongs to me).

Los mercados financieros, los de la más pura y ficticia especulación, pretenden ocupar hoy el lugar que ocupaba la Iglesia en el medievo:  quieren ser la suprema instancia con potestad para otorgar y quitar legitimidades en nombre de un fin superior. En un sistema, donde hemos suplantado todos los patrones económicos que han sustentado el dinero, las políticas monetarias se han convertido en una sencilla máquina de imprimir anotaciones en cuenta. Y manda quien tiene el control sobre estos flujos monetarios. Para justificar lo injustificable han generado un incomprensible discurso, repleto de frases vacías y altisonantes, que nos lo regalan como auténtica panacea universal. En nombre de la superioridad de la técnica y la ciencia, con la legitimidad del discurso del “progreso”, con el derecho de quien invoca una sabiduría técnica y aséptica, supuestamente ajena al juego político, nos han vendido una verdadera moto. Mientras nos colocan pesadas cadenas con los eslabones de la agenda 2030, estos iluminados parece que sólo están interesados en el bienestar de la humanidad.

Con esto del gran reinicio no hablamos solo de un reajuste económico. El objetivo declarado de este gran reseteo es diseñar un novedoso modelo de sociedad con pilares como la eliminación paulatina de la propiedad, la circulación global de la mano de obra, la desaparición de las fronteras nacionales, la disolución de las identidades culturales y un innovador modelo productivo basado esencialmente en la digitalización y las energías renovables. El muñeco parece bien vestido, y si tenemos la oportunidad de leer el libro EL GRAN REINICIO de Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, hasta pudiera sonar coherente. Salvo que sepas sumar, comparar y pensar de forma independiente.

Las páginas de esta biblia del ultra capitalismo más feroz, entraña la misma mezcla de utopismo progresista, futurismo tecnológico y globalismo político que viene alimentando las proclamas de las instituciones transnacionales desde hace no menos de medio siglo. Para que los planes continúen materializándose es fundamental que las grandes decisiones dejen de estar en manos de los Estados y pasen al ámbito de instancias transnacionales, globales, capaces de gestionar adecuadamente pandemias, urgencias climáticas y todo tipo de tracas. De entrada, propician y estimulan el movimiento incesante de más de 5.000 millones de personas, que ya saben de dónde vienen, y a dónde van…. 

 

Todo es ingeniería social, desde la transformación de los inmigrantes socioeconómicos en “refugiados”, hasta la reorientación de las dinámicas industriales en nombre de la “emergencia climática”, deben su impulso a entidades económicas transnacionales. Una de las grandes novedades, una de las últimas conquistas de los que realmente mandan es superar la naturaleza económica para asumir funciones de carácter político y hasta moral. Por eso insisten tanto en papeles para todos, en eliminar cualquier elemento tradicional que perviva en una sociedad, en fundir sin piedad cualquier arraigo a la tierra o a la cultura  y decretar la extinción de la propiedad como valor en desuso, como una vieja carga absolutamente desechable.

Un nuevo ajuste de tuerca es el reciente diseño de una moneda digital europea. Este tipo de divisa consiste en una CBDC, o lo que es lo mismo, una moneda digital emitida por un banco central, por sus siglas en inglés. Resulta muy curioso, que finalmente los patrones más casposos, estén utilizando la tecnología de las criptomonedas, para su sustitución progresiva. Si no puedes con tu enemigo, únete a él.  Lo que no desean mantener, estas entidades supranacionales, es el afán de libertad y transparencia que inspiró en su día a las CRIPTOS. La superioridad de este tipo de herramientas digitales sobre el dinero convencional resulta tan obvia, que se calcula que más de un centenar de países, que representan más del 95% del PIB mundial, ya están explorando una CBDC propia. 

Hay que prestar especial atención al factor de privacidad latente en estas monedas. Más bien a su ausencia de privacidad. Cuando una fría funcionaria de Bruselas, como Cristina Lagarde nos habla de privacidad, es que los “tiros” van en sentido contrario. Cuando defiende un euro digital que sea atractivo por su privacidad, es que todo va a estar más controlado que en una prisión. No lo duden. Los ciudadanos de a pie tememos por este aspecto, ya que precisamente una cualidad de los activos digitales que utilizan tecnología blockchain es la absoluta trazabilidad sobre los movimientos. Esto es un beneficio en redes descentralizadas como Bitcoin, pero este poder brutal en manos de un ente centralizado supone la perversión absoluta del sistema.

En esta misma línea continúan legislando para eliminar el uso del dinero efectivo. No son pocas las medidas que buscan la desaparición del dinero en papel. Con la sempiterna excusa de luchar frente al blanqueo de capitales y el terrorismo se imponen límites a los pagos en efectivo, y a la utilización del dinero con plena libertad. El planteamiento actual del euro digital es, de hecho, una flagrante vulneración de las libertades individuales. Importante destacar que la privacidad es un derecho, no un privilegio. Sobra decir que es algo positivo luchar frente la operativa terrorista o el blanqueo de capitales, el problema es aplicar honradamente el mismo filtro y medidas para la totalidad de una nación.

El euro digital y su impacto sobre la privacidad no suponen perspectivas aisladas. Cabe recordar que las CBDCs son dinero programable vinculado a los datos personales de la persona, lo cual permite, por ejemplo, que una persona que no haya pagado un impuesto no pueda pagar un restaurante, comprar lechugas o renovar la renta de su alquiler. Otras medidas no son desdeñables como aplicar un recargo a alguien que exceda el consumo permitido de combustible para un periodo concreto, o impedir la compra de un determinado producto, como bebidas refrescantes, bajo ciertos pretextos. Con unos tipos obsesionados en decirnos cómo debemos vestirnos, que debemos comer, a qué hora planchar, o si es bueno utilizar corbata, cualquier desatino es posible.

El hecho es que el proyecto mundialista, la idea de poner todo el planeta bajo un solo orden –por supuesto, siempre en nombre de la paz y el progreso-, ha encontrado hoy su plena consumación con la agenda 2030. Las monedas digitales, pese a tener cosas buenas, indudablemente serán utilizadas para restringir nuestros limitados derechos. Sigo pensando que es mejor que se reinicien ellos solitos y que no nos den tantos regalos envenenados.

Luis Nantón Díaz