Lo peor de la soberbia tecnológica,  es la entronización  de la moderna inversión de los valores. De tanto repetirnos, de forma tan cansina como machacona, que nunca hemos estado tan bien comunicados, ya no hablamos con nuestra familia o nuestros amigos. Me refiero a hablar, a transmitir ideas, pensamientos, ilusiones, miedos….a comunicar de verdad. Y para eso debo escuchar, debe interesarme lo que realmente me rodea, y tengo que tener conciencia de mi entorno y de mi mismo.

La informática ha obrado el milagro de acercarnos al prójimo. Afirmamos, orgullosos, que la tecnología estrecha nuestros vínculos. Pero …… ¿estamos en lo cierto? ¿Y si la tecnología nos separa?, ¿y si la proximidad que promete la tecnología es una ilusión? Nuevamente las paradojas de la modernidad. La omnipresencia de los dispositivos electrónicos de comunicación ha generado  maneras de relacionarnos engañosamente, o de pensar que estamos rodeados de amigos y familiares, cuando la realidad es que estamos más solos que la una. Son meras herramienta que se usan para mantener el contacto, para estar conectados, para mostrar tus intereses y compartirlos, para mostrar quién eres, cómo eres y ver cómo son y quiénes son los demás. El problema empieza cuando nos tomamos estas herramientas muy en serio, y descuidamos lo que tenemos próximo, real y tangible.

Si centramos en un elevado porcentaje,  nuestras relaciones personales en las redes sociales, estamos perdiendo identidad y humanidad. Cuando un “me gusta” sustituye a un abrazo, es que algo se nos está perdiendo por el camino. Incluso me atrevería a indicar, que esta “revolución social” también ha relajado las conciencias, y la moral. La exigua capacidad de compromiso, la disposición para defender causas nobles o sencillamente necesarias, se siente satisfecha dándole un sencillo e inútil “click” ,a infinidad de propuestas que diariamente recibimos.

No estoy hablando de retornar a la época de las cavernas, ni al tan manido de que todo lo pasado….no, no se trata de eso. Se trata de advertir, de unos cambios que nos están superando, y que es necesario asimilar de otra forma. El problema es que el sistema, provoca y alimenta esta “alienante felicidad”, porque ellos necesitan autómatas, no individuos, porque ellos requieren consumidores, no hombres y mujeres.

Todas estas increíbles mejoras tecnológicas son maravillosas, pero si las usamos adecuadamente. Pero las estamos convirtiendo en eslabones de nuestras cadenas. La televisión es uno de los mejores inventos de la historia, sin duda, pero para nuestra desgracia se la utiliza fundamentalmente para adormecer conciencias, narcotizar las mentes, y entretener a una sociedad para que no piense en la forma de superar los problemas, y eliminar a los manipuladores.

Todo el mundo conectado, y en todo momento. El potencial y alcance de las redes sociales es enorme, pero es interesante analizar si su capacidad de llamada, casi de “encantamiento” está obnubilando nuestra percepción, o,  modificando algunos hábitos que determinan nuestra relación con el mundo y nuestra capacidad de relacionarnos con los demás. ¿No nos están desconectando del mundo real y de nosotros mismos?,  ¿Si estamos conectados todo el tiempo a la Red podemos estar conectados a nuestro entorno y a lo que sucede fuera de nuestro terminal?………Creo que si realmente analizamos ponderada y fríamente la situación, creo que estamos perdiendo……y mucho.

Esto es tan “divertido” como cuando intentan convencernos de que en la época de la información, estamos mejor informados que nunca. De tanta saturación de información, hemos quedado abotargados. Las capacidades de análisis ya no  superan los pocos caracteres de un twitter. Para poder comparar, hay que tener cultura. La cultura, la formación, es la que nos hace libres, porque nos permite comparar y, a lo mejor, elegir. El juicio que aquí expongo, sin embargo, es un juicio de valor: una defensa de la calidad de la información y su capacidad de ser transformada en sentido y no de la cantidad de información que podemos manejar como individuos o en colectivo y su capacidad de ser transformada en ventaja o utilidad.

Como indicaba el filosofo Sidney Hook “la estupidez es una de las grandes fuerzas de la historia” ”, todo lo cual es bastante conveniente para una clase política que “se resiente contra todo aquel que se muestra capaz de pensar de manera seria e independiente”. Resulta preocupante como quieren cercenar, el balón de oxigeno y libertad que también conlleva internet y las nuevas tecnologías, con esas burdas propuestas legislativas para depurar contenidos. Además, siempre utilizan la misma metodología, vamos a restringir tus libertades, pero es por tu seguridad, es porque nos preocupa tu bienestar. Recordemos la novela de Ray Bradbury,  Fahrenheit 451, cuando los paisanos expresaban su recelo y su miedo, porque un vecino no tenía antena de televisión en su casa.

Pero retornemos a nuestra comunicación, o ¿es incomunicación? La clave pudiera estar en pensar en el otro y recobrar los buenos modales: mirar a los ojos a los  interlocutores, recuperar la curiosidad en las cosas cotidianas, compartir objetivos, ilusiones, compromisos, percepciones….ser personas.
Entonces quizás sería oportuno volver a lo tradicional: los típicos almuerzos  en familia, las citas en un bar para hablar “cara a cara”, la comunicación lo más cercanamente posible,  y aprovechar las cosas positivas que brinda la tecnología, adoptándola como una mera herramienta y no como un camino o una forma de vida.

Luis Nantón
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