Hace unos días el gobierno mejicano presentó oficialmente los cuerpos de unos supuestos extraterrestres a los medios de comunicación. Y hace unas semanas, era el gobierno de Estados Unidos quien con laureados militares presentaba evidencias de vida extraterrestre más allá de nuestras fronteras siderales. Se ve que ya no les basta con abrumarnos con ebulliciones climáticas y pandemias de todo tipo. Es como si estuvieran percatándose de que nuestra absoluta credulidad es pareja a la cantidad de memeces y chorradas que nos sueltan, para tenernos entretenidos y preferiblemente aterrados. Al menos, cada día se esfuerzan por ser originales y en este caso hasta divertidos. 

«Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante». Esta frase es de Ryszard Kapuściński, afamado periodista polaco, un hombre siempre bien instruido que con mucha probabilidad se dedicó al espionaje por parte del entonces bloque soviético. En la actualidad, es mucho más importante manejar la desinformación, que ocultar la información… y eso, nada tiene que ver con la verdad.

Con todo este circo de la esperpéntica amnistía, como preámbulo al referéndum secesionista, uno recuerda torticeros experimentos a lo largo de nuestra propia historia. Me fascina el estudio de la historia, un libro siempre abierto para proyectar el futuro y aventurar problemas y aciertos. Todas las semanas deberíamos repasar los capítulos dedicados a nuestras repúblicas; las verdades de nuestra II República, con sus auténticos golpes de estado (1934), con los verdaderos y declarados enemigos del sistema, voceros iluminados de la dictadura del proletariado. Esto si es revisionismo histórico para embaucar a los beneficiarios de la reconciliación. O la vergonzosa payasada del experimento de la primera república en el siglo XIX: dos años de verdadero surrealismo político para iluminados y enfermos mentales. Ya lo decía el pragmático y asesinado  general Prim, «Difícil establecer una república, en un país donde no había republicanos». Este es el clásico ejemplo donde las clases con cierta visión tocan a retirada, abandonan sus responsabilidades y ceden terreno a una banda de arribistas dispuestos a todo y sin nada que aportar. El desastre social, político y económico lastró a nuestro país durante décadas y es un buen recordatorio de lo que ocurre cuando miramos hacia otro lado y permitimos que los cretinos y sus desmanes actúen inmune y libremente.

El gran problema en estos momentos es doble: el déficit del Estado y el paro. El  endeudamiento de España ha llegado a su límite. Solamente en junio de 2023 creció 27.000 millones de euros en un solo mes. Ya ha superado la espectacular línea roja del ¡billón y medio! (exactamente 1.568.791 millones de euros). Para que podamos entenderlo mejor, cada español, «debe» nada más nacer 33.000€; solamente en el último año, ha crecido 1.597 € por ciudadano. Lo sorprendente es que, antes de las elecciones, ningún partido alertara sobre estos niveles insoportables de endeudamiento, que nada garantiza que vayan a detenerse aquí. Estoy convencido de que todos piensan que ese es un problema para «el siguiente» que venga. En cuanto al paro, España lidera todos los rankings de desempleo en Europa, pero destaca en el paro juvenil. Según los datos de Eurostat de mayo, el porcentaje alcanzó el 30 %, lo que supone más del doble de la media europea y más del 4 % respecto al segundo, Grecia. El comisario europeo de Empleo, Nicolas Schmit, reconoce que la tasa de desempleo juvenil en el mercado laboral español duplica «la media de la Unión Europea durante más de una década» siendo esta de 22,4 % en 2022 frente al 11,3 % de la media europea. 

Cerca de 76.000 millones de fondos europeos, de esos que generan con la maquinita de la pasta, siguen sin ser adjudicados y el 31 de diciembre de este año acaba el plazo para disponer de ellos. Nuestros políticos, siempre preocupados en la chorrada del corto plazo, en la foto inmediata, son especialistas en no hacer los deberes y no fijar estrategias a medio y largo plazo. Estos cuarenta años suponen un largo listado de pendientes:  la vertebración del Estado, el aumento del gasto público, la corrupción sistémica, la inadecuación del modelo económico a la realidad cambiante, el abandono de la agricultura, la sumisión silenciosa a la Unión Europea, la desatención del orden público, la distancia entre el coste de la vida y los niveles salariales, la degradación de la clase política, la conversión de los sindicatos en negocios privados, los niveles de paro endémicos, la caída en picado del nivel cultural de la población y un largo etcétera. No es de recibo pretender ignorar que los problemas pueden crecer más y más, pero no hasta el infinito. Un día u otro, terminarán estallando.

Es importante tener claro quiénes son los que mandan, que no suelen ser los que salen en la foto. A los que mandan ni les hace falta, ni les gusta. Podemos hablar de dos  grandes grupos de poder: por un lado la patronal empresarial y la mayor parte de la administración comunitaria y por otro los líderes de la progresía internacional que operan desde la ONU y la UNESCO promoviendo el “catecismo” de la Agenda 2030. Son los artífices del lobby LGTBIQ+, del wokismo y de la corrección política a través del dominio de unos medios de comunicación totalmente subvencionados y direccionados.

La alta patronal y los funcionarios de Bruselas no secundan particularmente a su Sanchidad y son conscientes de que está conduciendo al país a un callejón sin salida, no tanto político, como económico. Intuyen que el gobierno Frankenstein 2.0., que intenta negociar a la desesperada, será inestable y que, para satisfacer a las partes comprometidas, estará dispuesto a regalar mucho más de lo que España pueda soportar. 

El segundo grupo es mucho más peligroso dado que piensan solamente en términos de pura conveniencia. Solamente a unos cuantos perturbados atrincherados como funcionarios en la ONU y en la UNESCO, les interesa el desarrollo de la Agenda 2030, pero han sabido transmitir esta «necesidad» a gobiernos progresistas desde la crisis del 2008-2011. Si nos damos cuenta es a partir de esa crisis, cuando la izquierda buscó anhelante una «ideología de sustitución» y la encontraron en las propuestas de la Agenda 2030 que se resumen en «igualdad – inclusión – diversidad», nacida en los oscuros laboratorios del mundialismo y las universidades USA.

Hay mucho de impotencia y de rencor en estos lobbies modernos. Cuesta creer esa pulsión irresistible hacia la miseria, hacia la generación de unos nuevos oprimidos que van a constituir sus redes clientelares del futuro. Son tantas las cosas que no entiendo. Pero lo que no logro concebir, pero es imposible olvidar, es que toda esta situación está avalada por diez millones de conciudadanos y sus votos. No lo comprendo, así que empiezo a entender que estoy plenamente abducido o que el único extraterrestre soy yo. 

Luis Nantón Díaz