Es sencillamente repugnante que la gobernabilidad de nuestra nación dependa de un grupo de “chorizos”, fugados de la justicia, y vinculados a multitud de delitos y desmanes. Hablamos de destruir la pacífica convivencia, de promover el abuso y la violencia y de disponer de dinero de todos los españoles para sus coartadas independentistas. Resulta absolutamente vomitivo que se le rinda pleitesía a un redomado capullo como Puigdemont, para cualquier posible combinado parlamentario. Es más repulsivo aún ver a una vicepresidente del gobierno, reuniéndose con un fugado de la justicia, riéndole las gracias e intentando explicar lo que llanamente es inexplicable.

“Puchimont” lleva riéndose de los españoles desde hace años. Hablamos de malversación de caudales públicos, de hechos violentos durante el golpe de estado al que denominaron elecciones. Puigdemont odia a España, es un golpista y un traidor y luego, ya después, un prófugo y, si quieren, un supremacista de la butifarra. Por eso la visita de Yolanda Díaz provoca una repulsa que es pura consternación, que se vivifica palpablemente, que afecta a lo más profundo del ser. Dicen que malversación. Uso del Falcon y toda la cuantiosa logística que requiere, con fines partidistas. Ni eso me preocupa, yo hablo de absoluta desvergüenza. No vale todo.

Las huestes independentistas calculan que hoy en día hay 1.432 personas investigadas en procedimientos penales, tal y como recoge la secta de Òmnium Cultural. No olvidemos los cerca de 1.500 infractores afectados por procedimientos administrativos y contables, por el negocio de su casposo plebiscito ilegal. Lo que están negociando es permitir que Puigdemont pueda retornar a España sin antecedentes penales, levantar la inhabilitación, cerrar las causas contables abiertas en el Tribunal de Cuentas y a otra cosa mariposa. Tengan en cuenta que el “negociete” que están pactando alcanza a los principales dirigentes independentistas hasta 2017 como Mas, Puigdemont o Junqueras, y frenar los procesos judiciales abiertos por violencia, como los vinculados a los CDR y todo el restante entramado golpista. 

Mientras escuchaba parte de las declaraciones de Felipe González «la amnistía supondría señalar a la democracia española como culpable de lo sucedido en Cataluña»  los más valientes en el PSOE desarrollan explicaciones de este talante, pero nadie realmente mueve ficha. Entre tanto el sátrapa de Waterloo se parte de risa, mientras no para de reivindicar el “hecho diferencial” catalán.  Cuando un colectivo habla de hecho diferencial, es porque se considera superior.

El concepto de identidad siempre resulta problemático. No es posible construir comunidad alguna donde la gente no se identifica como miembro de algo. Eso es lo que está ocurriendo en España desde hace décadas. Una sociedad que se concibe a sí misma como un mero agregado estadístico de ciudadanos no es una sociedad: es una masa sin forma que los políticos aprovechan para apropiarse de nuestro futuro. Los de Junts, antes Convergencia, son un magnífico ejemplo de ello. Estos caraduras, abrazaron el independentismo, cuando tras el declive del afamado “Clan Pujol”, se veían todos en la cárcel, por lo del generalizado cobro de comisiones por la oligarquia de la Generalidad. Una vez más, como beso futbolero, se creó una tupida corriente que impedía ver lo que realmente acontecía.

Mientras el PSOE calla y otorga y ni siquiera tiene que mojarse porque ya le hace Sumar el trabajo de presentar la plurinacionalidad y el «volver a la política», que es huir de la justicia, es decir, de la ley. «Pasos hacia la normalización», anuncia Errejón. Lo venden a sus votantes como «que hablen los que son diferentes», o «reconocer al otro», un derroche de imaginación porque sus votantes aplaudirían cualquier cosa.

Los que han transformado la política descastada en un verdadero negocio, saben que nuestras tragaderas son infinitas. No nos bastó con el escándalo de los indultos a cambio de apoyar un gobierno de fundamentalistas, ebrios de poder. 

Todas las semanas nos enfrentamos a un “basta ya”, pero la desvergüenza de estos políticos solo es equiparable a nuestra necedad. A los que intentamos llamar la atención frente a una estulticia creciente, nos acusan de estar “polarizados”. Allí donde hay principios o ideas, merecen ser defendidos, tiene que haber un mínimo de pasión y, consecuentemente, de polarización. Denunciar la polarización es otra manera de vender la moto de la moderación. Moderación no es mirar hacia otro lado. Cada vez que nos dan una clase de Derecho Constitucional resumida, por ejemplo, en una columna periodística o editorial que explica la importancia de la moderación como institución política, me sonrojo. Más aún cuando recuerdo que todo esto coincide con la desaparición de la Seat, vehículo enseña nacional, cuya mayor concentración de fábricas se asentaba en Cataluña. 

El vicepresidente emérito del Tribunal Constitucional, Ramón Rodríguez Arribas -que ha ejercido más de medio siglo como magistrado e intervenido en casi 2.700 sentencias en el Constitucional- considera que el cambio del marco legal es una «aberración jurídica» además de una «traición histórica». Destaca el magistrado que en estas circunstancias, cualquier disparate es posible. Más. Rodríguez Arribas insiste en que para valorar la constitucionalidad de una decisión de ese calibre hay que determinar qué es una amnistía: “No concurre, como en el caso de los indultos, un reconocimiento de que alguien ha cometido un delito y que, por razones de utilidad pública, equidad o clemencia se le perdona la pena. La amnistía lo que hace es reconocer que durante un tiempo anterior se castigó como delito algo que no lo era. Lo cual es algo más que una injusticia. Es una barbaridad. Y eso no sucede más que en aquellos casos en los que se han restringido derechos fundamentales a través de leyes que no debieron haberse dictado”

La portavoz del Gobierno y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, ha soltado sin reírse que «se abren las vías del diálogo» tras la comparecencia que el expresidente Puigdemont dio esta semana, asegurando que la próxima legislatura será «la legislatura de la convivencia y del progreso». Su morro es infinito. Según la ministra portavoz, la vía política por parte del partido está sobre la mesa después de que Puigdemont exigiera una amnistía a los encausados por el ‘proçés’, reconocer la «legitimidad» del independentismo, así como garantías de cumplimiento de los acuerdos, como «condiciones previas» para negociar la investidura de su Sanchidad. Pero es por el bien de todos, por la fraternidad universal…

Nuestra libertad reside tras el gesto nada cotidiano de rebelarnos contra lo cómodo, de pensar en lo que nos ocultan, de buscar lo que no está al alcance. El hecho diferencial es que nos programan para odiar lo que quieren que odiemos y para necesitar lo que quieren que necesitemos. Tenemos que ser conscientes del rodillo político, económico y mediático que nos impone cómo pensar, cómo votar y cómo respirar. Si realmente nos importa nuestro futuro, si realmente concebimos la libertad como algo trascendente, debemos empezar con el necesario y muy práctico ejercicio de pensar. Pensar o desaparecer… Ésto sí que supone un hecho diferencial.

 

Luis Nantón Díaz