El sector público es indispensable para cualquier sistema económico, por volumen y dimensionamiento  Esto es innegable, y, además, en su adecuada medida, no es negativo. Pero generalmente, el motor de una sana economía es el empuje personal de emprendedores y empresas, vinculada a la iniciativa privada. Ahora tenemos por delante pésimas perspectivas, no solo por los daños estructurales que esta provocando la pandemia, sino por los tambores que suenan a intervencionismo, nacionalizaciones en fase de tanteo mediático y economía poéticamente diseñada por individuos carentes de experiencia, y generalmente desconectados de la realidad.

Lo mismo ocurre con los avances científicos, con los avances tecnológicos. En los ecosistemas más acostumbrados al empuje, existe una verdadera tensión existencial, que propicia equipos creativos, en permanente búsqueda de objetivos y desarrollo de soluciones. Por supuesto que todo esta sujeto a los fríos presupuestos, con exiguos medios hay poco que hacer, pero la experiencia demuestra que universidades y consorcios científicos, cuando no existe pulsión interna, se enfrían, y se convierten en entidades poco creativas, nada resolutivas y sobre todo acomodaticias.

En países como Japón y Corea del Sur, con un uso aparentemente muy adecuado de sus avances tecnológicos han podido reaccionar frente al COVID-19 con diligencia, y atenuar de forma indecible los daños ocasionados, sobre todo en fallecimientos y en caos económico. Desde el primer momento emplearon aplicaciones tecnológicas para alertar en tiempo real de la aparición de nuevos casos, empleando después, y con bastante éxito el big data, mediante modelos matemáticos avanzados de trazabilidad, que permitió un uso selectivo de los necesarios test en los contactos, y monitorizar así las zonas y colectivos de mayor riesgo.

Por supuesto que tiene mucho que ver en estos comportamientos, que estas naciones asiáticas están mucho más acostumbradas que nosotros a periódicos desastres naturales, con independencia de un sentido social que prioriza el bien común, a los intereses individuales. Eso ya lo hemos asumido, y ya no nos parece tan curioso, cuando vemos a tantas personas, utilizando las preceptivas mascarillas. Aquí hago referencia a esa tensión, generalmente empresarial, que mantiene en suficiente ebullición a una sociedad, para desarrollar y aplicar métodos y estrategias eficaces.

El papel de las empresas es verdaderamente fundamental, no solo como motor natural de la economía, de la investigación y de desarrollo de una nación, sino que además va a ser una verdadera epopeya, sobre todo porque estamos solos, porque nuestro tejido empresarial, aunque valiente y decidido esta extremadamente atomizado y porque a nivel gubernamental carecemos de directrices adecuadas.  Por eso es fundamental que, en la medida de nuestras posibilidades, a nivel de asociaciones empresariales y de autónomos, tengamos claros los objetivos. Es necesario reinventarse.

Tenemos que definir estrategias que superen al miedo. Y el miedo es un enemigo irracional. El comportamiento de la sociedad, y sobre todo desde la perspectiva del consumidor, estará traumáticamente influenciado, tanto por el COVID-19, como por sus consecuencias más visibles. Vamos a convivir con esta coyuntura durante bastante tiempo, como mínimo hasta obtener tratamientos y vacunas efectivos. Durante este periodo transitorio, estamos obligados a adaptarnos estratégica y funcionalmente.

Sobra decir, que estas situaciones también pueden ser origen de oportunidades. No aprovechar estas posibilidades sería absolutamente demencial. La pandemia, al menos para medio plazo, es un freno a una alocada globalización, que ha generado una dependencia de bienes y recursos del exterior. Muchas de estas necesidades deben, tienen que ser cubiertas por empresas nacionales que deben cubrir esa espectacular demanda. Solo con el exponencial desarrollo del comercio electrónico que provocan estas circunstancias, muchas empresas, sobre todo las pequeñas, tenemos un increíble y esperanzador reto. Son cambios en los hábitos de consumo y hay que estar atentos.

En relación con nuestro principal motor económico, la industria turística, existe un autentico cambio de paradigma, que, si movemos bien las fichas, sobre todo vendiendo como valor añadido nuestra cercanía geográfica a los mercados emisores, pero con unas puertas de acceso que pueden ser perfectamente supervisadas sanitariamente, podemos obtener una ambiciosa reactivación. Pero hablo de ser serios, hablo de asumir de verdad los sobrecostes de todo lo que conlleven las certificaciones, con sus correspondientes evaluaciones, y comercializarlo adecuadamente. Volvemos una vez más a que es necesario vencer el miedo, y eso, con tiempo, estrategia y recursos es posible.

Chano Jiménez, solido consultor internacional, especialista en neuromarketing y autor de dos textos cruciales como “Vended malditos benditos” o “Atracción digital”, ha elaborado en las ultimas semanas, diferentes estudios, de marcado carácter practico orientados fundamentalmente en esa indispensable reorientación. Doctor en económicas hace referencia a una reinvención estratégica en el nuevo entorno, dado que la ciencia del comportamiento expone que los automatismos mentales que rigen nuestro subconsciente suelen verse modificados por eventos de gran trascendencia. Por eso tendremos presentes estos cambios:

  • Restricciones a los aforos, horarios y usos que, no solo limitan a los negocios, sino que también condicionan e incomodan a los usuarios.
  • Nuevas normas de seguridad, sanidad y relación social.
  • Miedo al contagio y gran preocupación por la salubridad.
  • Retracción del consumo y un criterio más selectivo de las compras que, paradójicamente, hará al consumidor más sensible al precio a la vez que a la seguridad
  • Nuevos criterios de evaluación de las marcas por su actuación durante la crisis. En este punto, la falsa solidaridad oportunista de algunas empresas ha generado malestar en muchos consumidores como indican los estudios de McKinsey o Deloitte
  • Fuerte crecimiento de la conciencia ecológica.
  • Mayor aprendizaje social sobre los activos intangibles que aportan valor a las experiencias
  • Una visión más cortoplacista por la incertidumbre, pero a la vez más comprometida, por la mayor concienciación de la necesidad de planificar.

Esto nos va a permitir definir nuestra propuesta de valor diferenciado, es decir, las ventajas competitivas reales que ostento, o como puedo obtenerlas. Cuales son nuestros recursos patrimoniales, nuestra capacidad financiera, capital humano, posicionamiento de marca. Todo esto es definir estrategia, definir posibilidades, capacidades y objetivos. En definitiva, reinventarse.

 

Luis Nantón Diaz

https://luisnanton.com/