Una de las obsesiones de las corporaciones globalistas y su catecismo de la agenda 2030, es la eliminación del dinero físico, del efectivo, como medio de pago en nuestro día a día. Su afán de control no admite  resquicios a la capacidad de libertad y decisión.

La mayoría de los avances tecnológicos son maravillosos y aportan más que restan, pero como cualquier invención del hombre, hasta la mejor, siempre puede tener un uso inadecuado. No hablo de retornar a la rueda, renunciar al fuego y volver a las cavernas, pero sí de tener clara conciencia de que casi todo tiene algunos inconvenientes.

La televisión es un gran invento, pero también es una brutal herramienta de manipulación y desinformación, si queda en manos inadecuadas. ¡Qué se lo digan a su Sanchidad!.  Los teléfonos móviles, las redes sociales, son una impresionante lanzadera de comunicación, de eliminación de fronteras, pero en simultáneo han propiciado una atomización e incomunicación de los individuos sin parangón. La inteligencia artificial es el nuevo paradigma, un multiplicador de cualquier acción que desarrollemos, pero en una sociedad desnortada, puede ser una fórmula para eliminar cualquier capacidad de raciocinio, de independencia y de creatividad intelectual.

En una sociedad infantilizada como la que están focalizando estos engañosos centros de poder, es necesario ser conscientes de que hay que retornar al poder que te otorga el análisis independiente, el criterio que te permite comparar  y una clara conciencia del valor de la libertad.

Hay intereses legítimos y razonables como los de las entidades financieras. A las empresas de tarjetas de crédito y a las firmas de sistemas de pago electrónico les interesa disminuir los pagos en efectivo y es lógico que presionen a los gobiernos, pero no son el factor decisivo.

Todos los avances electrónicos a nivel financiero son perfectamente compatibles con el uso del dinero en efectivo. Nada justifica la insistencia de algunos gobernantes en pretender eliminar los pagos en metálico o limitarlos a cantidades irrisorias. Siempre nos dicen que es por nuestro bien, que es por seguridad y comodidad, pero a esta gente nunca e insisto en lo de nunca, les impulsa el bien común. Si pagas el pan, el taxi o un café con tu tarjeta VISA o con un dispositivo de pago del móvil, estás cediendo parte de tu independencia. Estas herramientas aportan un control absoluto de las transacciones y del día a día de los consumidores y votantes, pueden limitar tu independencia progresivamente. Así que valoremos el sonido de la bolsa cuando suena…

El efectivo es el medio de pago más accesible y directo, más allá de cuestiones de edad o entendimiento financiero… y además es aceptado para cualquier tipo de transacción. Siempre funciona y siempre está disponible. Los billetes y las monedas son de uso masivo, incluso en países desarrollados como Alemania, Estados Unidos o Australia. El público más joven vive a diario a través de sus dispositivos electrónicos pero el sector de la población que mantiene los hábitos de pago tradicionales y que desconoce o desconfía de algunas herramientas sigue siendo amplio. Si se prohíben los pagos con dinero en efectivo, los sectores más desfavorecidos de la sociedad no podrían acceder al consumo y las desigualdades sociales se incrementarían aún más. En la Unión Europea el número de billetes falsos apenas representa el 0,01% de los que hay en circulación. El Banco Central informó que en el 2022 se retiraron de la circulación 525.000 billetes falsos que contabilizaban menos de veinte millones de euros. Por el contrario, la vulnerabilidad de los nuevos medios de pago hace que la actividad delictiva se potencie en estos formatos. Hay dos razones principales por las que quieren deshacerse del dinero en efectivo:

El primer objetivo es el crecimiento exponencial de la deuda externa global. A partir de las medidas inconstitucionales de 2020, la mayor parte de los gobiernos enloquecieron y prendieron fuego a los dispositivos de emisión de moneda. Para reducir los pasivos de los Estados, los bancos centrales deben mantener los intereses negativos, como ha ocurrido hasta el pasado 2023. Estos tipos de interés son incompatibles con la búsqueda de rentabilidad que siempre conlleva el efectivo. 

La liquidez creada de la nada por los bancos centrales de medio mundo está generando nuevas burbujas y especulaciones. Sin embargo, en los países, poco o nada de este irracional experimento se está traduciendo en una mejora de la economía productiva, de la de verdad. De hecho, cada vez se alzan más voces  cuestionando esta política monetaria que tan poco fruto ha dado y tanto ha aumentado la fragilidad del sistema. Y todo esto son anotaciones en cuenta, después vienen los “corralitos”.

La segunda razón es que el dinero está obstaculizando el estado de vigilancia total. El Estado que conocemos hoy en día quiere saberlo todo, quiere dirigirlo todo y no dejará de presionar hasta que haya alcanzado ese objetivo. Con la desaparición del efectivo las personas serán transparentes y su privacidad financiera habrá desaparecido. No habrá forma de escapar a las demandas, en muchas ocasiones realmente excesivas del Estado. Una vez que el dinero se haya ido me río yo del ojo de Sauron.

Por eso invito a los lectores a que visiten https://salvemoseldinerofisico.com/ . Una organización independiente, que pretende proteger y preservar tu derecho al dinero en efectivo. En “Salvemos el dinero físico” creen y luchan para que todos tengamos la libertad de elegir cómo realizar nuestras transacciones financieras. Han logrado que sea admitida a trámite su Iniciativa Legislativa Popular el pasado mes de septiembre. Esta proposición de ley aborda los desafíos que conlleva una sociedad progresivamente digitalizada. Reconoce que el efectivo es esencial para garantizar la privacidad de las transacciones financieras y así evitar la intromisión de los políticos además de proteger a las comunidades rurales y a las clases que no tienen acceso a la tecnología.

Por cierto, con la última encuesta de población activa, unos 17,7 millones de trabajadores y autónomos mantienen de forma directa o indirecta a la población restante, poco más de 30 millones de personas. Es decir que el 37% de la población mantiene económicamente a toda la nación. Con estos datos, esa bolsa que suena, la quiero en mi cajón de los calcetines, y no en su enorme caja vacía…

Luis Nantón Díaz