Debo reconocer que ya estoy algo trastornado. El nivel de noticias, informativos y notas es de tan desbordante locura, que en ocasiones, para captar el sentido,  me veo obligado a leer las cosas varias veces. Con el siguiente mensaje, al menos me he reído: “España llama a consultas a su embajadora en Tokio en respuesta a un maki de salmón que le sentó mal a Begoña Gómez el pasado sábado”…Se trata de una noticia del medio humorístico El Mundo Today, pero lo cierto es que hoy en día podría pasar por una noticia real. Es lo que tiene, cuando se confunden lo estratégico y lo personal. Y ya que por claras alusiones hablamos de Argentina, y no para llorar, debo reconocer nítidamente que Milei, el presidente de esta nación hermana, ha hecho más por España en un día de lo que hace y hará Feijóo con su acomplejada oposición a media jornada y la otra media colaborando con su Sanchidad. Es lo que tenemos, es lo que merecemos.

Y mientras, nuestro gran Timonel, jactándose de que España va como un cohete. Ya no vamos como una moto, sino como un potente cohete, rumbo a los espacios siderales. Este tipo es tan fantástico, como todos los que le compran sus múltiples dislates y aventurados discursos.

Vamos como un cohete, porque según recientes datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) España es el país miembro con mayor tasa de desempleo, con cerca de un 12%. No mencionemos el desempleo juvenil, que para nuestra desgracia es de concurso.

Vamos como un cohete porque la deuda del conjunto de las administraciones públicas subió en 10.400 millones de euros en marzo respecto al mes anterior (+0,65 %), hasta alcanzar los 1.613.000 millones de euros, nuevo máximo histórico, según los datos publicados por el Banco de España. Este nuevo ascenso supone que el endeudamiento de las administraciones nuevamente supera la barrera de los 1,6 billones de euros, por encima del récord alcanzado en enero de 1,583 billones de euros. De hecho, la deuda ha subido en cada uno de los tres primeros meses de 2024, subiendo tanto como el cohete de Buzz Lightyear.

Somos un cohete, un ejemplo para el mundo, porque en el último año, la deuda pública ha crecido un 5,1%, con 77.600 millones de euros más, como consecuencia de una inflación derivada de nuestra dependencia energética, de carecer de una mínima estrategia económica, y de un gasto público desbocado, en nada vinculado con la generación de riqueza y empleo.

Hace dos meses, la deuda de esta nave galáctica que denominamos Estado se situó en 1.457.000 millones de euros, lo que supone un aumento del 1,1% y 15.875 millones de euros más en un mes, mientras que en los últimos doce meses se ha elevado en un 6,9 %. Por su parte, las comunidades autónomas han elevado su deuda frente al mes de febrero hasta los 328.740 millones de euros, 859 millones de euros más (+0,26%), mientras que en tasa interanual experimenta un repunte del 2%. Somos el inequívoco faro de la galaxia.

El descarado maquillaje del Gobierno a los datos del paro es un insulto a la inteligencia: la mitad de los trabajadores españoles son autónomos o tienen contratos parciales o temporales. Las estimaciones del Ejecutivo para nuestro cohete supersónico determinan que el mercado de trabajo está distribuyendo empleo en micro empleos por jornada o duración, en lugar de crearlo. España tiene 20.901.000 cotizantes, pero tan sólo diez millones y medio de trabajadores españoles tienen contratos fijos y de jornada completa. No es la misma situación que hace una década. Para nada.

Una vez más, en esta nave espacial no hay cabida para los autónomos, y eso que pese a todo, continúan alcanzando la cifra de 3.352.000 trabajadores. Desgraciadamente los autónomos no cuentan con las garantías y protecciones de los trabajadores por cuenta ajena. 2.457.000 tienen un empleo indefinido, pero a tiempo parcial. Además, el Gobierno reconoce 897.000 de los famosos ‘fijos discontinuos’. También hay 1.421.000. trabajadores con contratos temporales. Con empleo temporal, y además parcial, 582.000 trabajadores.

La concepción de la “verdad” que Pedro Sánchez promueve depende del lado de la barra que ocupas. En su personal cruzada contra los bulos y la desinformación está promoviendo la censura y la prohibición de determinados medios. ¡Qué peligro para un señor que nunca miente, pero cambia de opinión constantemente! Para este gobierno liberticida, todo aquel que mantenga una postura divergente a la oficial, por justificada que esté, no solamente está equivocado, sino que miente a conciencia y es un peligroso diseminador de bulos al que hay que castigar. De verdad, si solo hablas de patriotismo cuando el presidente del Gobierno de tu partido hace el ridículo internacional, lo tuyo no se llama patriotismo: se llama partidismo.

Para qué engañarnos, la libertad de prensa en la actualidad es una farsa: una mentira piadosa que sirve para que los encargados de mantener el discurso ideológico contemporáneo en sus precisos límites se celebren a sí mismos. Por supuesto que existen periodistas libres, informadores comprometidos con la verdad e insensatos opinadores sin miedo, y no son pocos, pero ya no son la norma. La cuestión es que los canales de la prensa moderna están tan estabulados, están tan direccionados, que salvo verdaderos gigantes, terminan siendo cancelados e ignorados. Cada vez que nuestro amado Líder, suelta una afirmación categórica de motos, o de cohetes, toda la prensa subvencionada se pone a rebuznar en la misma dirección.

Y después están las maniobras de despiste…o a lo mejor solo es egolatría. Acaba de retirar a la embajadora española en Argentina, rompiendo relaciones diplomáticas. Para que puedan evaluar nítidamente lo que conlleva esta decisión, tengan dos ejemplos. El gobierno español critica permanentemente el genocidio de Gaza, y hablamos de genocidio, pero no se ha retirado al embajador en Israel. Casi estamos en una guerra no declarada frente a Rusia por el conflicto ucraniano, y tampoco se han retirado embajadores. De hecho, es en estos momentos cuando más hace falta la diplomacia. Por eso, aquí el único problema, es que nuestro visionario astronauta, está convencido de que el estado es él, y como está ofendido, cual Gran Timonel la está armando. Puro absolutismo decimonónico.

Pues nada, todos para el cohete de su Sanchidad… “Hasta el infinito…¡y más allá!”.

Luis Nantón Díaz