La mayor parte de los expertos, interpretando las insistentes declaraciones de los gobernadores de los principales bancos centrales y de la Reserva Federal EE. UU., dan por hecho una recesión de 2 años y otros dos o tres ejercicios adicionales para intentar recuperar la productividad y estabilidad de la década pasada. La incertidumbre inunda el mercado. Las turbulencias económicas han hecho que las previsiones económicas se recorten.

Nadie olvida la crisis financiera del 2008, en la que el sistema financiero acabó siendo rescatado con inyecciones de dinero público tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, mientras el paro se disparaba superando los 6 millones de personas. Unas cajas de ahorro que fueron cayendo a medida que los políticos se arrimaban a su suculenta gestión.

Ahora el objetivo es la lucha frente a la disparada inflación, fruto de las erráticas políticas monetarias de la pandemia y de un desbocado gasto energético. Las consecuencias de seguir el catecismo climático de la agenda 2030. Al final, lo que le preocupa al personal no es la discutible emergencia climática sino la subida de los tipos de interés, que ha puesto en alerta a empresas y hogares. Las cuotas hipotecarias de los préstamos a tipo variable se disparan en un momento en el que muchas familias ven realmente complicado llegar a fin de mes.

Menos mal que aparentemente el esfuerzo hipotecario de los hogares ha bajado. El esfuerzo hipotecario es un indicador de primer orden, que apunta qué porcentaje de los ingresos de las familias deben ser destinados a pagar la hipoteca. El consejero delegado de CAIXABANK, apuntó que, en la cartera hipotecaria de su entidad, este indicador estaba en septiembre de 2022 por debajo del 25% y por debajo del 30% si se toman en cuenta las previsibles subidas de tipos del Banco Central Europeo (BCE). No olvidemos que en el ejercicio 2008 el esfuerzo hipotecario estaba en el 54%, según el Banco de España. 

Mientras aumenta el grado de tensión en una economía cada día más alejada de la realidad, el BCE trata de cumplir su mandato de contener la subida de precios con un giro radical en su política monetaria subiendo los tipos. Lo que más ha afectado a las previsiones económicas no ha sido tanto el nivel de los tipos como la brusquedad de la subida. Y poco es.

Mientras, creciente inquietud en el empresariado español por un contrastado bajo nivel de ejecución de fondos europeos hasta la fecha, de un total de 69.500 millones en subvenciones otorgadas a España del instrumento de recuperación Next Generation. La semana pasada ofrecimos datos de este manifiesto incumplimiento. Un estamento empresarial que tiene una cita importante el próximo miércoles, 23 de noviembre. Ese día, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) elegirá al presidente que liderará a los empresarios los próximos 4 años e intentará lidiar contra la actual crisis de precios y energética que gravemente está socavando todo el tejido empresarial.

Por un lado, la CEOE monitorizando cada una de las convocatorias para intentar animar un cotarro, que se ve afectado por la ineficacia supina de la administración. En medio de todo este embrollo, Economía prepara la adenda al Plan de Recuperación “España Puede”, que proyecta la ejecución de los fondos hasta 2023, y que debe ser completado para la recepción de los 84.000 millones en préstamos. La disposición de los créditos se iniciará en enero de 2024, así que hay que esperar a las próximas elecciones generales, que ya nadie discute que no se van a anticipar. 

Las recetas mágicas, las soluciones de Perogrullo, sencillamente no existen. Llevamos unos años donde han convencido al personal que el bienestar está garantizado pero a la misma velocidad que potenciaban la ausencia de responsabilidad personal y un burdo pero cómodo victimismo. Creemos que tener una ocupación bien retribuida, una familia estupenda, un hogar, un vehículo o dos, treinta días de vacaciones, algunas tardes libres y salir a cenar es lo normal. Y no es así. Y si es normal, hay que currárselo y no pretender que eso es regulable como los subsidios para todos o el salario mínimo vital.

Para llegar a esa situación hay que trabajar mucho y en ocasiones durante más de una generación. Tanto escuchar el rollo progre, el catecismo de la agenda 2030, mientras silenciosamente nos arrebataban derechos primordiales, nos inducían a una burda ensoñación. Muchos se han creído que el bienestar no es estación de destino sino de partida.

Mientras, riéndome conmigo mismo, por los últimos consejos vertidos en la Web del Foro de Davos, como comúnmente se conoce al Foro Económico Mundial. Impúdica y abiertamente “aconsejan” aumentar el control por algoritmos, de todas las redes sociales, para mantenernos permanentemente a oscuras sobre lo que acontece en el mundo. Mira que intentan dulcificar sus mandatos, a base de lenguaje buenista y las frases de siempre, pero la situación cada día es más evidente.

El enorme caudal de información que se vierte a diario en redes sociales por parte de cientos de millones de usuarios hace imposible que un equipo de censores humanos, por gigantesco que sea, pueda censurarla y expurgarla. Todo el tinglado de Twitter, y la entrada de Elon Musk en tan potente multinacional, es un clarísimo exponente de lo que comentamos. Eso es lo que ha hecho necesario a las tecnológicas recurrir al infame «algoritmo», es decir, patrones informatizados de lenguaje que puede reconocer y denunciar mediante un programa de inteligencia artificial.

Los algoritmos, poco pueden hacer con tan enormes turbulencias.

Luis Nantón Díaz