Si en algo son expertos nuestros políticos, y sobre todo sus ejércitos de asesores, es en intentar desviar permanentemente el foco de atención de sus electores, hacia cualquier objetivo que los distancie de las realidades que debemos superar. La política desde hace décadas es una cuestión de mercado, una ciencia estadística, de limitantes y limitados objetivos cortoplacistas, que nada tiene que ver con el avance y desarrollo de una nación, y de sus gentes.

No es necesario cargar las tintas sobre lo que estamos sufriendo los españoles, porque, aunque parece ser que colectivamente nos estamos aferrando a una anestesiante burbuja, nos negamos a evaluar el presente. Eso no es lo peor, eso es algo intrascendente, el problema es que nos estamos resistiendo a vislumbrar el futuro. El gobierno que nos ha tocado no lo ve, no quiere verlo, no sabe evaluarlo, y, al parecer, poco tiene que aportar. Pero debemos afrontar lo que nos espera, y mientras antes ocurra, mejor prepararemos nuestras exiguas alforjas.

Donald Trump, no es santo de mi devoción, y además ya se defiende estupendamente él solito, no es presidente de la nación más poderosa de la tierra, por ganar unas elecciones democráticamente. Trump no convenció a muchos millones de sus conciudadanos, pese a tener de frente a todo el imperio mediático de la progresía, por su discurso directo. No. Trump está ahí para ser el chivo expiatorio de cualquiera de las muestras de nuestra deficiente gestión, y para mitigar cualquier indicador de la deplorable situación en la que estamos inmersos. Con independencia del factor ideológico del que esta impregnado un gobierno carente de estrategia, y que se sostiene más mal que bien por el condicionado apoyo de golpistas catalanes, etarras reconvertidos y lo más casposo de la izquierda radical, siempre tenemos el ejemplo USA para demostrar que nuestro gobierno si transcurre por la senda correcta. Todo gracias a nuestro Gran Timonel.

Suelo aburrir a mis amigos, con diferentes parámetros económicos, para poder determinar la salud de nuestra coyuntura económica. El indicador más habitual en mi caso es el PIB.  El PIB, de forma breve es el valor de los bienes y servicios de uso final producidos en una economía en un periodo determinado. Calcularlo en términos reales significa quitarle el efecto que pudo haber tenido un cambio en los precios en el valor monetario de la producción. Suena relativamente sencillo. Se calcula el PIB real de un periodo y se saca el cambio frente al de otro periodo. Y ese dato lo comparamos con el de cualquier otra economía que realice la misma tasa de cambio. El escollo es que hay que tener un exquisito cuidado a la hora de ejecutar estas comparaciones entre las economías de diferentes países, pues existen diversas formas de presentar la evolución económica.

Pues al tema… Nuestro flamante ministro de consumo, y coordinador de Izquierda Unida, Alberto Garzón, nos regaló hace unos días con una de sus perlas. Aquí en Canarias ya estamos acostumbrados, ya conocemos su paupérrima calificación de nuestra industria turística, y lo que le importa el futuro de nuestro principal motor económico. Al menos el hombre es sincero. Pues D. Alberto, el otro día nos explicaba con detalle “que la economía de EE. UU. cae un 33% anual, lo que es un dato histórico que rompe todas las series temporales. La cifra describe la dureza de este tiempo y obliga a poner en cuarentena a todos los que han querido ver la crisis económica española como nacional-específica”. Garzón ha pretendido claramente minimizar los datos registrados en nuestro país, así como deslegitimar a quienes vienen avisando desde hace meses de la grave crisis económica que se atisba en nuestro país por la falta de previsión del gobierno.

Como genialmente ha explicado el doctor en economía, Juan Ramón Rallo: “el PIB de España cayó un 18,5% en el segundo trimestre. Ayer leímos que el PIB de EE. UU. se redujo un 32,9%. No os confundáis: la caída de EE. UU. está anualizada, la de España no. Sin anualizar, la caída de EE. UU fue del 9,5%. Por tanto, España se ha contraído casi el doble que EE. UU.”. Juan Ramon Rallo, adicionalmente plantea otra alternativa, señalando que “la contracción anualizada del PIB español es del 55,8% (frente al 32,9% de EE. UU.)”, y lanza un ‘dardo’ a “todos los que dijeron que lo de EE. UU era un absoluto desastre por culpa de Donald Trump”, de los que espera que “dirán que lo de España es una catástrofe por culpa de Sánchez-Iglesias. De hecho, en Estados Unidos la tasa de crecimiento del PIB se suele anualizar, es decir, es una proyección de los cuatro trimestres. En cambio, en España, el INE no anualiza, por lo que los datos entre ambas economías no se pueden comparar directamente. Pero es esperpéntico que, al unificar el criterio, la caída española seria del 55,8% anual. Si con el 32% de USA era el desastre absoluto según nuestro ministro, ¿Qué ocurre con ese 56% con que nos regala nuestro flamante gobierno?.

A lo mejor, y gracias a esas vacunas que todos esperamos, podremos superar la pandemia, pero con estas “mimbres” lo tenemos más difícil. La composición del gobierno provoca una desoladora sensación: personajes sin historial previo destacable, ningún especialista en nada, con exigua experiencia profesional y formación… sin menoscabo de la rotunda experiencia de los resultados. Es comprensible que posiblemente lo mejor de la sociedad española de la espalda a la política, precisamente porque la política es para el conjunto de la sociedad, una actividad totalmente desprestigiada.

 

Luis Nantón Diaz

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