El afamado gran timonel manifiesta categóricamente que España va como una moto. Personalmente me encantan las motos. La única cuestión es que me tranquilizaría conocer en qué dirección va el vehículo y si es que realmente está todo bajo control; no sea que la moto vaya adquiriendo mayor velocidad, pero «proa al marisco».

Las perspectivas internacionales mantienen la misma tónica. Los del Fondo Monetario Internacional (FMI) sostienen sin alteraciones su pronóstico de crecimiento mundial en el 3% para este año, lo que implica una desaceleración de medio punto porcentual respecto del dato del anterior ejercicio. Los informes hacia el exterior del FMI siempre adolecen del mismo problema, tienen un sesgo político; por lo tanto una utilidad simplemente comercial. 

Sus estudios confirman que la inflación general continúa desacelerándose desde el 9,2% en 2022 al 5,9% este ejercicio y al 5 % en 2024, mientras que anticipan que la tasa subyacente también disminuya, aunque más tenuemente, situándose en promedio en el 4,5% para el 2024. Pero continúan dirigiendo la atención hacia otros derroteros. Culpan de la inflación a la guerra de Ucrania o al cambio climático y no afrontan que la mayor parte de la responsabilidad es por la falta de estrategia a medio y largo plazo; y porque no paran de imprimir dinero sin soporte. Así estamos en manos de unos irresponsables obsesionados por expansionar el déficit público sin límite como si no hubiera un mañana.

Todo esto tiene relevantes repercusiones en el empleo. La oficina estadística europea calcula que trece millones de personas estaban desempleadas en Europa en agosto, de los que casi once millones estaban ubicados en la zona euro. Entre los veintisiete, las mayores tasas de paro correspondieron a España ¡Qué sorpresa! con un 11,5%. Grecia, con un 11 % y Suecia y Estonia con un 7,6%. Por el contrario, las cifras de desempleo más bajas se observaron en la República Checa con un 2,5% o Malta con un 2,7%.

Es relevante analizar los datos del desempleo juvenil, sobre todo porque compromete nuestro futuro más inmediato. En el caso de España, en agosto de 2023 se contabilizaron 2,8 millones de personas sin empleo, de las cuales 463.000 eran menores de 25 años. De esta forma, la tasa de paro juvenil de España fue del 27 %, la más alta de toda la Unión Europea. No son cifras que promuevan la confianza.

La flamante ministra de trabajo, que al parecer no es responsable de cómo está en España el mercado de trabajo continúa maquillando cifras. Cambia «palabros estadísticos» mientras a todos nos impresiona con su conocimiento de la industria aeroespacial. Pese a sus ilusionantes palabras, en agosto había 201.300 personas con un contrato fijo discontinuo pero cobrando una prestación contributiva por desempleo, según el SEPE.

Así, esta cifra, cuyos datos oficiales el Gobierno se niega a revelar, ha crecido un 64% respecto al mismo mes de 2021, cuando había 122.800 personas. No les basta con maquillar las cifras, sino que las ocultan. Ahora mismo se desconoce cuántos fijos discontinuos están parados cada mes e inscritos en el SEPE, cobren o no una prestación por desempleo. Este es el dato que el Ministerio de Trabajo se comprometió a publicar en enero, pero aún no han facilitado. Para muchas cosas son un prodigio, pero para facilitar datos… 

Todo es más preocupante si utilizamos los datos de FEDEA, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada que demuestra que, de computarse limpiamente, el paro ‘efectivo’ superaría los 3,2 millones de parados. Los contratos indefinidos cayeron un 20 % entre septiembre de 2022 y ese mismo mes de este año, según los últimos datos del paro y de la afiliación a la Seguridad Social. Y son datos del propio Ministerio.

Trabajando o no, recibiendo alguna ayuda o no, casi un tercio de los españoles afirma que sus gastos mensuales superan en estos momentos a sus ingresos, lo que supone cuatro puntos porcentuales más que la media europea. España es el país de la Unión Europea donde esta diferencia entre gastos e ingresos es mayor.

La deuda del conjunto de las administraciones públicas vuelve a aumentar en el segundo trimestre hasta el máximo histórico de 1,570 billones de euros en términos absolutos. Pero esto aumenta por minutos en una brutal escalada que no parece tener fin. Sólo en diez meses nuestra deuda pública se ha incrementado en 93.000 millones de euros, lo que representa un repunte del 7% en medio año. Por último, la deuda de las administraciones de la Seguridad Social escaló hasta los 106.000 millones de euros entre abril y junio, con un alza del 7% en un año. La ratio sobre PIB baja ligeramente del 7,7% de hace un año al 7,5% de 2023, pero todavía existe un trimestre enterito de diferencia.

España se ha convertido en un auténtico infierno fiscal con su Sanchidad ya que arrastra más de 40 subidas de impuestos y el mayor incremento tributario de nuestra historia, con especial incidencia en IRPF, cotizaciones sociales, Patrimonio y Sociedades. En proporción, jamás ningún gobierno de la época democrática ha recaudado tanto, por menos. Tanto es así que el esfuerzo fiscal que soportan los españoles, lo que pagan realmente en impuestos en función de su capacidad económica, ya supera en un 50% el promedio de la UE. Sólo dos países tienen una mayor voracidad fiscal en toda la OCDE. 

En esta coyuntura, diferentes asociaciones como CEPYME, destacan que son las pequeñas y medianas empresas, las PYMES, las que realmente están más ahogadas por esta asfixiante presión. Más del 70% de nuestro tejido empresarial son PYMES, el verdadero motor de nuestra economía nacional. Si seguimos escatimando ayudas y persiguiendo a PYMES y a autónomos, estamos acabando con el futuro real de nuestra economía. 

La verdad es que todas las cifras, todos los datos, todos los vectores indican exactamente lo mismo. Vamos como una moto, pero como una moto que se va a estampar frente a un muro. Todo este señuelo pijo progre de la prosperidad y la igualdad, son palabras vacías, una vulgar palanca para continuar llevándoselo crudo y sin vergüenza. Querrán además que les demos las gracias.

Luis Nantón Díaz