El Pinocho del Palacio de la Moncloa cada día miente mejor. El tipo no es que sea extraordinariamente listo, pero cuenta con una sumisa y obediente oposición, y una aún más disciplinada prensa sincronizada a golpe de talonario y generosa subvención. Si hace medio año, con ocasión de la gota fría que arrasó Valencia, nos percatamos de para qué sirve el actual Gobierno, este 28 de abril confirmamos su manifiesta incapacidad. Y siempre un elemento común, los máximos responsables soltando balones fuera, engañifas, cuentos, bulos y demás especialidades de la casa. La culpa es de Putin, de Trump, de Franco…pero aquí todo lo hacemos bien.

España vivió este lunes el peor apagón en los últimos 70 años. En apenas cinco segundos, el 60% del suministro eléctrico desapareció, abandonando a millones de ciudadanos sin energía eléctrica. La causa es tan clara, como contrastada y evidente. Una suicida falta de planificación de la estructura de la red energética nacional. Un colapso provocado por el desproporcionado desarrollo del sistema renovable español. Una alocada despreocupación por la prioritaria independencia energética de una nación. No solo tenemos un suministro carísimo, sino frágil e inestable.

Decenas de millones de personas se sumieron al instante en el caos, la confusión y la incomunicación. El personal  quedó atrapado en ascensores. El metro se detuvo entre estaciones. Las gasolineras no pudieron suministrar combustible. Los comercios y supermercados no pudieron procesar los pagos. Los controladores aéreos se pusieron en alarma a toda velocidad cuando los sistemas fallaron y los aviones fueron desviados. En los hospitales, los generadores de emergencia funcionaron con dificultades y así con todas las infraestructuras que pudiéramos imaginarnos.

Ha sido uno de los mayores apagones en tiempos de paz desde hace muchas décadas, y no fue aleatorio. No fue un evento impredecible. Cuando se ideologiza algo tan importante como la independencia energética de una nación, las cuestiones realmente importantes, las de ingeniería, las técnicas, las estratégicas, se obvian. Y pasa lo que pasa. Los colorines de la Agenda 2030 son bonitos para los que se están forrando con las renovables, pero otra cosa es el día a día. La cruda realidad.

Y resalta la cara de póker de su Sanchidad en sus esperpénticas ruedas de prensa, obviando que este caos estaba reiteradamente anunciado. Recuerdo, y hace solo unas semanas al ingeniero y asesor energético Fernando Ley Llano, advirtiendo en el mismo Congreso de que Red Eléctrica no estaba «preparada» para la transición energética auspiciada por este Gobierno.

Red Eléctrica ha comunicado en diferentes informes, desde el ejercicio 2021, como por ejemplo “Estudios de prospectiva del sistema y necesidades para su operabilidad’ donde alerta insistentemente de los riesgos que ocasiona la falta de integración de las energías renovables, porque pueden afectar a la estabilidad de frecuencia de la red”. Información que como es lógico ha sido compartida, en los últimos tres ejercicios por las grandes operadoras: Naturgy (la Caixa), Iberdrola (PNV) y Endesa (Enel).

La estabilidad de la red eléctrica, necesita un mínimo de generación rotativa para eludir corrientes parásitas que desestabilizan el sistema y lo pueden hacer vulnerable. La eólica y solar fotovoltaica generan corriente continua y necesitan transformadores e inversores para inyectar en la red. Por ello, necesitamos mantener centrales nucleares y transformar el sistema hidroeléctrico en bombeo que absorba los excesos de generación verde sin comprometer la estabilidad de la red por falta de energía rotativa. La propia energía nuclear se puede destinar a equilibrar los acumuladores de bombeo mientras haya  exceso de producción en el conjunto del mix. Se trata de una cuestión de equilibrio entre lo convencional y las renovables. En conjunto todo es operativo, pero si se fomentan los desequilibrios nos la jugamos.

Menos mal que tenemos la hemeroteca. Otra cosa es que el personal tenga tiempo y ganas. Los políticos, medios y palmeros diversos no se cansaban de afirmar que las energías renovables no corren el riesgo de provocar apagones. Hace seis días, los medios de comunicación celebraron un hito significativo: la red eléctrica nacional española funcionó completamente con energía renovable, y ahora disfrutamos de como se ha realizado la implementación.

Pero la que gana el concurso es Beatriz Corredor, presidenta de Red Eléctrica de España y ex ministra de Vivienda durante el gobierno del inolvidable Zapatero, afirmó en 2021 que «no había ningún riesgo de apagón» ya que nuestro sistema eléctrico es «el mejor del mundo, el más seguro y avanzado». Esta, y otras declaraciones, justifican los 546.000 € anuales de retribución. El suministro eléctrico no va bien, pero la mecánica de las sillas giratorias para continuar colocando a los miembros de las sectas de los partidos, está maravillosamente engrasada.

Resumiendo, la cantidad de la producción solar o eólica es absolutamente aleatoria. Tan pronto hay poca como hay mucha. De ahí los altibajos, las puntas hacia arriba o hacia abajo que se originan, lo cual es fatal para el correcto funcionamiento de la red eléctrica. El apagón del 28 de abril estuvo relacionado con oscilaciones en la red eléctrica, vinculadas directamente a la alta dependencia de energías renovables de baja inercia, como la solar, que genera el 60% del suministro justo antes del colapso. Un aumento repentino de radiación solar, podría facilitar en teoría, un pico de producción solar que hiciera “saltar los plomos”, pero no hay evidencia directa de esto, y los sistemas, nos dicen, están programados para manejar estas fluctuaciones. El problema de fondo es la falta de una infraestructura adecuada para gestionar la transición a renovables, y el combinado más adecuado de nuestro mix energético. 

Reflexión final: ¿Cómo es posible que su Sanchidad y colegas declaren que no saben nada? ¿Qué nuevos embustes van a generar para eludir sus responsabilidades, como hacen siempre? ¿En este país ya no dimite nadie? ¿Qué es lo que tiene que ocurrir entonces? ¿Quién va a responder por los daños ocasionados? Pero sobre todo, reiterar la cuestión prioritaria y fundamental ¿Por qué no cancelan inmediatamente su catecismo climático que hace que nuestra energía sea más cara y a nosotros más vulnerables y subordinados? 

Luis Nantón Díaz