Hace unos días quedamos impactados por el dantesco espectáculo de la orden de bloqueo de la red social TELEGRAM, en toda España y con carácter fulminante. Estamos hablando de impedir que más de ocho millones de usuarios españoles accedan a sus comunicaciones personales, y al acceso de información independiente, sin sesgos, ni limitaciones.

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ordenó suspender de forma cautelar la aplicación Telegram a raíz de una denuncia presentada por los grandes consorcios de comunicación Mediaset, Atresmedia y Movistar Plus por presunto uso no autorizado de contenido audiovisual sometido a derechos de autor. Los mismos que lavan la cara y colaboran con el golpismo de Sánchez, mientras reciben sus fondos y subvenciones. Una medida absolutamente desproporcionada, además de ser inidónea e innecesaria, requisitos necesarios para que nuestro ordenamiento jurídico de legitimidad a una brutalidad de esta envergadura.

Cierto es que no había transcurrido mucho tiempo cuando se ha acordado suspender la ejecución del bloqueo de la aplicación de mensajería instantánea Telegram a “la espera de un informe” que su Señoría ha solicitado a la Comisaría General de Información. En el auto, el magistrado se desdice de todo lo expuesto dos días antes, dando a entender que no tenía ni idea de lo que era TELEGRAM, y de lo que supone para el acceso a la información independiente de millones de usuarios.

Personalmente estimo que en esta creciente y silenciosa tormenta de la cultura de la cancelación y el pensamiento único, esto ha sido un mero experimento. Han utilizado a un juez estrella, a otro de la tipología y dinámica de Garzon o Marlaska, para ejecutar una burrada judicial de dimensiones siderales, y así evaluar el peso de las repercusiones y reacciones frente a nuevas restricciones de la libertad de expresión.

La mayor parte de los gobiernos que defienden el globalismo y la agenda 2030 están obsesionados con una cruzada liberticida. Nos venden “ministerios de la verdad” y organismos de todo tipo y color, para gratificarnos con su verdad, con su “información autentificada”. Por eso redes como TELEGRAM son un verdadero peligro. No voy a invertir tinta en demostrar que los discutibles derechos de propiedad intelectual son el problema, exactamente igual que si a esta gente realmente les preocupa el consumo de pornografía en la red. Cuando quieren legislar al respecto, todo son excusas para limitar plataformas realmente libres, y que les impidan a estos sátrapas eliminarte virtualmente cuando estés en su punto de mira.

Este auge de la industria de la censura es una inversión total de la misma idea de la libertad. Nuestra época ha consagrado el culto totalitario a la mentira. Ya no te meten en un psiquiátrico sovietico o te dan un paseito al amanecer progresista, ahora invierten ingentes e ilimitados recursos para moldear suave y paternalmente a una opinión pública cada día más narcotizada e infantil.

Aprovechando los diferentes negocios de la crisis sanitaria, la crisis económica o el apocalipsis climático con el que nos amenazan, intentan difundir el miedo entre la población. Recomiendo la lectura de “R de Resistencia” del que fue decano y profesor de la Universidad Europea de Madrid Carlos Astiz: “No se puede entender todo esto si no percibimos que hay un plan detrás que tiene como objetivo destruir a los individuos, a las familias y a las naciones para conseguir sociedades débiles más fácilmente controlables por esos grandes magnates que se están haciendo ricos a costa de nuestra liquidación”. Por ello el autor insiste en el permanente interés de estas élites para que nadie se cuestione lo que están haciendo, que es recortar nuestros derechos y libertades, comprando los medios de comunicación y controlando a los jueces para que no podamos resistir la ola dictatorial que nuestro gobierno está intentando impulsar.

Para estructurar este sinuoso metaverso de la falsedad los medios de control de masas representan la piedra angular del sistema. Los medios de comunicación siempre fueron partidistas, dependiendo de los intereses de sus accionistas o de quien subvenciona, pretendiendo vender su prisma, como su verdad. Pero esto lo veo mínimamente comprensible. Pero ahora es propagar chorradas, decrépitas intoxicaciones, desproporcionados bulos, para fabricar adocenadas “corrientes de opinión”. La mejor fórmula para luchar contra esto es fomentar la educación y la formación. Todo aquello que genere espíritu crítico y capacidad de comparación. El que puede comparar, puede elegir. Como apunta otro grande del pensamiento disidente, Fernando del Pino Calvo-Sotelo: “La omnipresente presencia del logo multicolor de la Agenda 2030 son símbolos del nuevo totalitarismo que se cuela por la puerta trasera en una sociedad debilitada por la Cultura del Miedo y la pérdida de referencias morales».

Informaciones sesgadas y datos inconsistentes son de imposición diaria, en una sociedad mediatizada por las prisas, que te limitan el sosiego necesario, para disfrutar de un pensamiento libre. Nos limitamos a engullir las cabeceras de las noticias más histriónicas, sin analizar su posible veracidad, o a quien le interesa divulgar ese prisma. Herramientas como TELEGRAM, donde también es cierto que hay una enorme cantidad de basura, al menos te aseguran que nadie te va a eliminar tu perfil, por no estar dócilmente alineado con el poder. Además, tanta manipulación “oficial” es engullida sin problemas por masas laminadas por el reino de la cantidad, que destrozarán furiosamente a quien denuncie el engaño y advierta que se están quedando con ellas.

Clama al cielo, llama la atención, que sean tantos los que viven cómodamente en este imperio de la mentira. Sobra decir que no sé por donde campa “la verdad” pero sí que aquí no está, y que hay que buscarla. Los que mandan, al menos son sinceros. No importa que lo digan sonriendo “No tendrás nada y serás feliz”.

Luis Nantón Díaz