PASADO DE MODA

Debo reconocerlo sin ambages,  soy un hombre pasado de moda, soy un consumidor descatalogado, soy una fría referencia que no acepta las bondades de la modernidad. Pasan los días, pasa la vida, y me siento inmerso en un alocado MATRIX donde no sabes dónde buscar, a quien creer, pero ya tienes clara conciencia de que esto del progreso lineal y constante es un absurdo inconsistente, propio de una sociedad infantil.

Soy un ser pasado de moda porque creo en la familia. Lo siento, así es, creo en la familia y sustento firmemente la idea de que el núcleo familiar es la base de todo. Quiero a mi familia, con sus problemas, imperfecciones y trifulcas, pero soy lo que soy, gracias a mi gente. Tengo la suerte de ser de una generación que conoció encuentros familiares repletos de tíos y primos. Tengo la fortuna de haber disfrutado de un referente tan maravilloso como son los abuelos. Incluso pude rendirme a los encantos de mi bisabuela, siempre influenciado, como en tantas cosas, por mi madre.

La familia es el referente, es la herencia, es la piedra angular sobre la que se modela un carácter que después será implementado por la escuela, los amigos y todo lo que venga. Los padres te dan la vida, te aportan educación, cariño y protección. Gracias a los padres puedes adquirir herramientas como el respeto, la consecuencia, el instinto de superación y las obligaciones de pertenecer a un linaje, por muy humilde que este sea. Se habla mucho sobre el papel de una madre y todo lo mucho que se comente es poco. La madre es el indiscutible eje axial de la familia, es la fuente de la que todo mana, no hay amor más desinteresado, irracional y desprendido que el de una madre. Los hombres solo podemos alcanzar a intuirlo, en un camino que es la vida, donde siempre seremos moldeados por una mujer.

Soy un individuo pasado de moda porque valoro la amistad como el mayor regalo que te brinda esta vida. Estoy en plena filmación de esta película que es la existencia, donde he desarrollado diferentes papeles, en variopintas coyunturas, pero siempre he compartido protagonismo con magníficos actores. La vida me ha regalado muchos errores y fracasos, y los que quedan… De ellos es de donde más se aprende, pero siempre he contado con buenos y leales amigos que me han asistido, o, al menos, lo han intentado. La amistad es lealtad para mostrarte como realmente eres, para decirle a tu allegado lo que necesita escuchar, aunque no quiera oírlo. La amistad es fidelidad sin límites a tus amigos y a ti mismo, intentando no defraudar comunes empresas, compartidas ilusiones o caminos cuesta arriba donde apoyarse desinteresadamente.

Soy una persona pasada de moda porque valoro muy positivamente las creencias. Profeso una sincera admiración hacia los seres consecuentes que viven conforme a su confesión religiosa, a su código moral, a su ideario político,  a todo aquello que fuera de burdas y excluyentes etiquetas define sus actos. Los descreídos, salvo raras excepciones intelectuales que generalmente se curan con la edad, suelen ser residuos de una sociedad atomizada, del reino de la cantidad y sus fuegos artificiales. Decorosamente me rindo ante cualquier persona que tiene sus códigos, sus pautas de comportamiento, fruto del análisis, de la comparación y de la libre reflexión lo que sin duda le aporta una enorme y envidiable libertad. 

Estoy tan pasado de moda como mi biblioteca, sancta sanctorum donde ahora mismo estoy vertiendo estas líneas tan personales. Una biblioteca resume a una persona, en gran medida somos lo que hemos leído. Deshacerse de una biblioteca es deshacerse de todo. La labor de los hijos no es quitarla de en medio, sino conservarla, cuidarla y hacerla crecer para que llegue a la siguiente generación en envidiable estado. Es la sangre y sus mensajes lo que late en esos libros.

Creo que mi hijo es plenamente consciente de que una biblioteca no solo es muestra de la trayectoria de una persona, como los anillos en el tronco de un viejo árbol. Esas estanterías están llenas de proyectos vitales que nunca se van a llevar a cabo, de sueños que han inspirado a generaciones. Resulta evidente que en la sociedad a la que nos encaminamos, los libros no tienen valor, la búsqueda del conocimiento es una rareza y el saber solo un incómodo estorbo. 

Pues lo dicho. Un hombre pasado de moda.

 

Luis Nantón Díaz