La educación es el futuro. Es un tema complejo, sin duda, máxime teniendo en cuenta que una cosa es la educación y otra, la formación. La educación de las futuras generaciones se forja en la familia. La familia nos lega el sentido de estirpe, el espíritu de pertenencia, los valores, la voluntad de superación y un proyecto de futuro. El sistema educativo es un importantísimo apoyo, vital, pero es una segunda línea de trabajo. Las familias han renunciado a esta responsabilidad y focalizan en colegios e institutos una tarea que no les corresponde y para la que no están dotadas de medios. La prueba irrefutable de esta dejación de funciones la tenemos en la manera en la que se están integrando niños y jóvenes en la sociedad actual. Es un vacío larvado desde hace años que está generando una colosal brecha. Me resulta cansino unirme a las diferentes voces que denuncian esta alarmante situación pero es necesario tomar cartas en el asunto. Debido a esa insistencia se me está poniendo rictus de Casandra.

Esta joven troyana era hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya, y hermana de los famosos Paris y Héctor. Casandra fue sacerdotisa de Apolo, con quien pactó, la concesión del don de la profecía. El acuerdo no se desarrolló como se esperaba y el divino Apolo, sintiéndose traicionado, la castigó modificando el singular pacto. Casandra conservaría su capacidad para las profecías pero sus pronósticos nunca serían tenidos en cuenta. Pese a sus reiteradas advertencias en Troya, no le hicieron el menor caso y su don no pudo impedir el desastre final. Advirtió a su pareja, el regio Agamenón, de los males urdidos por Clitemnestra y a pesar de ello no consiguió evitar que ésta diera muerte a ambos. No llego a los niveles de la troyana Casandra, ni siquiera a Pepito Grillo, pero lo cierto es que persisto en denunciar situaciones que aventuran aciagos resultados. 

Todo este desbarajuste de mercadear con amnistías, puliéndose la igualdad de todos los españoles, estaba más que cantado. Hace seis años del golpe de estado ejecutado por los supremacistas catalanes, unidos a la ristra de golfos que deseaban ocultar el negocio de las comisiones del 3%. Pese a lo escandaloso de la situación, ambos partidos mayoritarios se reparten estos días comisiones en el Congreso de los Diputados. Y lo hacen con los mismos partidos que vierten más gasolina a la situación que consume nuestro proyecto nacional. Nuestra historia milenaria no puede explicarse y entenderse a través de un trozo de papel de 169 artículos. España es Sagunto, Viena, La Habana, Lepanto, Bailén, Toledo, Manila y muchas vidas que todo lo dieron. No puede ser asunto de meros negocietes.

Posiblemente con una sociedad mejor preparada, con un sano espíritu crítico, no estaríamos sometidos a este sopor multitudinario, que nos hace mirar hacia otro lado, mientras los desmanes se multiplican. El filósofo Gastón Bachelard lanzó la teoría del complejo de Casandra. Se refería a que cualidades tradicionalmente femeninas, como la intuición y la imaginación, son sistemáticamente desoídas por la sociedad. A lo mejor es esto lo que nos está bloqueando el entendimiento y la capacidad de reacción. 

El declive de la educación en España es un secreto a voces, o, lo que es lo mismo, son ya pocos los que se engañan. La psicoanalista Melanie Klein hace referencia al mito de Casandra como baremación de la moral humana: nos advierte de las consecuencias de los actos poco éticos a los que muchas veces no se les presta atención. Debemos trabajar por y con los jóvenes para hacer de ellos personas críticas y libres. Por supuesto buenos profesionales, pero sobre todo individuos con carácter y capacidad. Lo que ahora sufrimos, lo que ahora otorgamos es algo así como un bofetón en primaria, un puñetazo en pleno estómago en secundaria y un sofisticado e ineficaz suplicio con la educación superior. Lo lamento, sigo con lo de Casandra y su fatal destino, pero los acontecimientos se aceleran. Estamos en un final de ciclo y hay que ponerse las pilas ya.

Las señales nos rodean por todas partes. La psicóloga jungiana Laurie Layton señala que todos logramos identificar, de un modo u otro, aquello que nos hará daño en un futuro a medio plazo. Sin embargo, decidimos no prestar atención a ello y marchamos mansamente hacia nuestras propias desgracias. Son estudios que cuentan ya con varias décadas, dudo que ahora contemos con esa capacidad de discernimiento.   

El informe del Programa para la Evaluación Integral de Alumnos (PISA) 2022 que elabora la OCDE cada tres años evidencia el declive anunciado. Tal y como Casandra anunció la destrucción de Troya. El Informe PISA, iniciado en España por primera vez en el año 2000, evalúa los conocimientos y capacidades de los estudiantes en diversas materias y capacidades, lo que aporta información sobre cómo están preparando los sistemas educativos a los jóvenes para desafíos reales y afrontar el futuro. En 2022, realizaron esta evaluación unos 690.000 estudiantes, encuadrados junto a casi 30 millones de quinceañeros de los centros escolares de los 81 países participantes. En España participaron 30.800 estudiantes en 966 colegios, representando a 460.000 estudiantes españoles de quince años. El informe PISA del 2022 revela que los estudiantes españoles han obtenido el peor resultado de su historia en matemáticas. Los resultados son muy similares al desastre obtenido en comprensión lectora. Estoy hablando del presente y de  lo que está sucediendo; la profecía de Casandra se cumple a pesar de haberla desoído. 

Pero esto no es un problema para el PSOE y para el PP, a quienes lo único que les preocupa es ideologizar a las siguientes generaciones. En las actuales circunstancias, la posibilidad de una reforma educativa decente es algo que no entra en los márgenes de los partidos que dominan el barullo político. Agravado, además, por el papel jugado por las sectas nacionalistas obsesionadas por asentar sus fantasías pseudohistoricas de cortísimo alcance regional. Esto consigue transformar a los alumnos en dóciles borregos, en meros consumidores, carentes de cualquier capacidad de divergencia o rebeldía. 

El pesimismo, como el optimismo, entraña una distorsionada visión y quienes aspiramos a algo mejor no somos pesimistas; nos limitamos a describir lo que vemos. Transportado por los intrépidos aqueos, del caballo de Troya brotaron sanguinarios guerreros. De la misma manera de nuestro sistema educativo, pese a todo el esfuerzo denodado de sus profesionales, surgen votantes adiestrados, acríticos y mansamente preparados. En la actualidad, con la apropiación o secuestro de la cosa pública por parte de los partidos —empresas férreamente jerarquizadas— al ciudadano «de a pie», se le veda la posibilidad de participar directamente en la gestión. La gestión de los intereses que son de todos, posibilidad que consolida la verdadera involucración de una sociedad libre. No nos olvidemos de las advertencias de Casandra «¡No confiéis en el caballo, troyanos!», pidió a sus conciudadanos la eternamente descreída; por ello de Troya solo queda un vago mito, su gobierno se quedó sin Reino y su pueblo sin sus libertades. La historia se repite, siempre. 

Luis Nantón Díaz