Desde que puedo recordar, entre las diferentes especialidades de Israel está hostigar permanentemente a sus vecinos, con el pretexto de la “defensa”. Como siempre han gozado del desproporcionado paraguas de EE.UU organizan verdaderas aniquilaciones, especialmente contra el pueblo palestino. Otra de sus especialidades es la de “pasarse por el arco del triunfo” todas las condenas internacionales, centrándose en devastar a los que se oponen a su absoluta hegemonía en la zona. Hay que reconocer que la jugada siempre les sale bien.
El actual presidente de Israel es un genocida profesional. Lo tiene en su ADN y en su formación militar. Netanyahu fue entre 1967 y 1973 un soldado de élite en el Sayeret Matkal y ha sido herido en combate en varias ocasiones para terminar su carrera militar como oficial en la guerra de Yom Kipur. Como soldado tiene perfectamente claro que el problema termina cuando liquidan físicamente al último enemigo. Lo tiene clarísimo. Aniquilar a los palestinos donde quiera que estén.
Israel tiene, desde su fundación, una estrategia de expansión territorial que se ha realizado de manera inexorable y siguiendo diferentes procedimientos. Ese plan se ha materializado gracias a las sucesivas victorias hebreas en los conflictos armados contra los Estados árabes y, a partir de los años 80, gracias a ser la única potencia nuclear de la zona. Esto ha sido posible gracias al abusivo apoyo del gobierno EE.UU., y por el cómplice silencio de todo occidente. Y nada cambia, ahora van a la completa incorporación de Gaza para poder disponer del control de sus acuíferos que serían capaces de transformar el desierto del Neguev en un vergel.
El amparo incondicionado a la agresiva política de los diferentes gobiernos israelitas, obedece a los poderosísimos “lobbies” que dominan la política norteamericana: como pequeño ejemplo los citados por el politólogo Mila: el Instituto Judío para los Asuntos de Seguridad Nacional y el Center for Security Policy, la Organización Sionista de América, el Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente, Americanos por un Israel Seguro, el Foro para la Política de Israel, el Consejo Americano Israelí, así como grupos no específicamente judíos pero cuyo interés y trabajo coincide con las políticas del Estado de Israel: un ejemplo sería la Christians United for Israel, con sede en San Antonio, Texas, y que cuenta con 10 millones de socios. Por otra parte, la American Israel Public Affairs Committee figura entre las de mayor poder económico y capacidad de presión, con sólidos vínculos con el Partido Likud, actual cabeza de gobierno.
Ahora, han desempolvado una nueva herramienta de guerra: el hambre. Unos 2,1 millones de palestinos han sido asediados en Gaza desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023, tras el absurdo ataque liderado por Hamas en el sur de Israel. Ataque que ha justificado la creciente brutalidad de Netanyahu y su gobierno.
Con base en los datos aportados por Naciones Unidas, hasta mediados de julio, 875 palestinos murieron intentando obtener algo de comida: 201 fueron asesinados en las rutas de ayuda y el resto en los propios puntos de distribución. Las cifras de los últimos días sitúan los muertos por encima del millar en unas semanas. Y al menos 6.000 personas más han resultado heridas. Simultáneamente el ejército israelita ha forzado el desplazamiento de casi dos millones de personas, confinando a la población palestina a menos del 12% del territorio de Gaza tras una nueva orden de deportación masiva. El Programa Mundial de Alimentos ha advertido lo obvio, de que con esta coyuntura, resulta imposible la distribución de alimentos y ayuda humanitaria de cualquier tipo.
Las redes sociales están repletas de imágenes que narran y transmiten este horror. Netanyahu, cínica e impasiblemente, dice que son fotos trucadas, y que la guerra es así. Pero la gente continúa muriendo, y ahora están siendo asesinados por puro hambre. Relevante lo denunciado por Alex de Waal, director de la Fundación Mundial para la Paz en Tufts University. Este experto británico, autoridad en el tema de hambrunas y autor de referencia, lleva más de cuatro décadas estudiando terribles episodios como el actual en Gaza. Afirma que es una estrategia perfectamente medida: «Hasta qué punto la hambruna allí ha sido meticulosamente diseñada para infligir privación individual y trauma social». También: «Quienes infligen una hambruna son conscientes de ello; saben que lo que hacen es, en realidad, desmantelar una sociedad». La hambruna, le dijo de Waal a BBC Mundo, no es solo «la experiencia individual del cuerpo consumiéndose». También es una «experiencia colectiva de deshumanización» para terminar con la categórica sentencia de: “La inanición de civiles como método de guerra es un crimen de guerra”. Es a esto por lo que está sucumbiendo la población palestina; y es que en Gaza quién no muere por las bombas, muere de hambre.
Son centenares las agencias gubernamentales que advierten incesantemente sobre la hambruna masiva e inducida que se está extendiendo en el territorio. Y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU alertó que uno de cada tres habitantes de Gaza no come durante varios días. No basta con las armas de fuego, se trata de acabar de raíz con el problema.
Hace una semana el primer ministro israelí, volvió a negar que hubiera hambruna en Gaza y reiteró sus acusaciones de que Hamás roba gran parte de la ayuda. A todo esto, añadir que la falta de sueros y medicinas para salvar las vidas por inanición, no es otra que el impedimento de Netanyahu de que entre la ayuda humanitaria de más de 6000 camiones agolpados en la frontera, cargados de medicinas, alimentos y combustible que paliarían el sufrimiento y la muerte acelerada sobre todo de niños y ancianos, y que con toda probabilidad con unas temperaturas al sol de más de 40º en este período estival, se echarán a perder.
No se trata de un desastre natural, no se trata de los rigores de la guerra, sino de una estrategia de aniquilación. La comunidad internacional cuenta con los recursos, la habilidad, las redes y los planes para proporcionar una afluencia masiva de asistencia esencial. Si no se permite, es porque se buscan los efectos de la hambruna, para desestabilizar a tu enemigo y acabar con él.
Estaba cantado, desde el mes de abril, tras meses de asedio total y deportaciones impuestos a Gaza, la ONU pronosticó que las reservas de alimentos se agotarían por completo antes de principios de julio. La hambruna masiva sería inevitable y los planes del ejército hebreo se están ejecutando a plena satisfacción de su gobierno.
El hambre como arma de devastación. No se trata de otra cosa.
Luis Nantón Díaz
Related posts
SIEMPRE APRENDIENDO

Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
Ver más