Cada jornada que transcurre consolido más la creencia de que su Sanchidad y Casado, o el que venga, son dos caras de la misma moneda. Una devaluada moneda con simples diferencias estéticas, y de cara a una galería carente de sentido crítico. Los mismos que auparon al fenecido Pablo Casado y luego le traicionaron, son exactamente los mismos que aplauden como focas amaestradas la candidatura del totalitario Feijoo a presidir el PP. Lo de menos son las ideas o las estrategias, si es que existen, lo fundamental es continuar apareciendo en la foto. Lo triste es que ya casi nadie sabe quién es el fotógrafo y a pocos les interesan los problemas de este país.

Tengo muchos amigos conservadores, y en líneas generales, como siempre, respeto profundamente a las personas consecuentes. Pero en estos últimos treinta años el PP no ha cambiado ni una coma de las políticas frente populistas que con ZP y Pedro Sánchez han llegado a su máximo esplendor. Rajoy, con su mayoría absoluta, incomprensiblemente se convirtió en un esperpéntico albacea del delirante Zapatero, que todavía continúa promocionando regímenes bolivarianos en Hispanoamérica, a cambio de unos denarios, y de que le dejen el micrófono. Ni por un minuto se han planteado en tres décadas esgrimir una lucha cultural, y repletos de absurdos complejos, regalan la confianza otorgada por una ciudadanía cansada de los excesos progresistas. Erre que erre dándole vueltas al PP, como si fuera capaz de salvarnos de algo, cuando le otorgan una superioridad moral al progresismo globalista, que ni merece, ni tiene un mínimo de consistencia. 

Continuar apostando por un casposo bipartidismo que ha demostrado su incapacidad, unido a su torticera manía de sustentarse en minorías parlamentarias cada día más desquiciantes, no les impide seguir defendiendo a los culpables del caos y aceptar el estigma con que estos señalan a los que apostamos por nuevas tendencias. Este empecinamiento no es inocente; es en gran parte fruto de un sectarismo pueril, de unos intereses personales o de la actitud manipuladora de unos medios de comunicación públicos y privados en manos de los de siempre. Siguen abogando por un falso bipartidismo, por comodidad, por una pretendida profesionalidad de los políticos, y renunciando a las posibilidades que ofrece la alternativa del sentido común.  

Sentido común para superar los verdaderos problemas que asolan a España. Por citar algunos:

Si “democracia” fuera el gobierno del pueblo, es indiscutible que el régimen que impera en nuestra nación es, cualquier cosa, menos democrático. El meollo se lo reparten los partidos políticos, no manda el pueblo: son los partidos los que imponen candidatos y son los medios los que orientan las corrientes de opinión y el voto. La extinta división de poderes es un nebuloso recuerdo: el sistema parlamentario sirve para muy poco, porque los gobiernos aprueban decretos-ley, y, por tanto, el poder legislativo está reducido a ser un espectáculo para superar las apariencias. Y en cuanto al poder judicial, basta ver el interés de los partidos en nombrar a los más altos cargos de la magistratura para saber que su independencia es pura ficción. No olvidemos los últimos dictámenes del Tribunal Constitucional, para inferir patente de corso a unos partidos políticos que engullen poder y recursos de forma insaciable.

En la crisis del 2008 se hundió nuestra economía por la crisis internacional, agravada por la enfermedad del ladrillo. O eso nos contaron.  Desde entonces nuestra economía, en líneas generales, cayó más de un 20%. Nunca nos recuperamos, y hoy España es furgón de cola de Europa, ocupando el lugar más destacado, pero al final. Durante esta década no aprovechamos la coyuntura  para fortalecer el sistema educativo, promover que los jóvenes universitarios tuvieran una sólida formación científica y técnica. Para nada se invirtió en áreas de mayor valor añadido, en lugar de aspirar a abandonar la periferia de la Unión Europea y hacer esfuerzos por integrarnos en el verdadero motor sufrimos a un ZP que, literalmente, hundió y endeudó al país, a un Rajoy, indolente que se preocupó sólo de cumplir los exigentes requerimientos con la Unión Europea y de judicializar a paso de tortuga el golpismo catalán. Y, en estas condiciones, nuestro país ha sobrevivido gracias a las ayudas de la UE, pero estas no se han utilizado en una reconversión económica del país, sino que se han derrochado en políticas absurdas, limitadas y desconectadas de la realidad. Y para este 2022, el brutal incremento de la inflación, la subida de los tipos de interés volverá a reproducir el problema del 2010: perdida de solvencia de la deuda pública española, la interrupción de las compras de deuda nacional por parte del Banco Central Europeo, y que se dispare sideralmente la prima de riesgo.

Los políticos semanalmente nos venden sus mentiras, con cargas y cargas de televisión en vena. Nuestra democracia es absolutamente virtual. El régimen del 78 es solo un recuerdo, carente de fuerza, vitalidad y vigor. Una cáscara sin vida que se mantiene por pura inercia y por interés de la clase política y mediática que vive a su costa. La única diferencia que existe entre las dos caras de esa misma moneda es que la progresía  maneja a la perfección el navajeo político y exhiben, como su líder, un cinismo desprovisto de vergüenza y de ingenuidad, propio de experimentados sicarios. Los populares, sin embargo, continúan estando verdes, porque para esto del juego sucio hay que nacer, te tiene que salir solo, como robar caramelos en el super. Les falta calle, manual de descamisado. Y, en eso, los artistas de Ferraz no tienen rival. Al final da lo mismo, están embadurnados totalmente de agenda 2030.

Creo que vamos a tener anticipo electoral, y pese al “importante” papel del pedrosanchismo en la política internacional y eurovisión, me parece difícil que resista hasta finales de este 2022, especialmente después de los resultados de las elecciones en Castilla La Vieja. El primer signo vendrá con la aparición de fisuras en la coalición de gobierno: tanto PSOE como UP pretenden llegar a las elecciones incontaminados por los errores del socio. Resulta evidente que el bipartidismo ha terminado, al menos por un periodo, pero sinceramente me preocupa la hipersensibilidad del PP a las corrientes ideológicas en Europa, optando posiblemente por gobernar con el PSOE antes que con Vox. 

Lo dicho, dos caras de una misma moneda. Por más que la muerdo, ya no hay valor…

Luis Nantón Díaz