Los montes y campos españoles continúan ardiendo. El sistema de satélites Copernicus, hasta hace unos días, ha contabilizado 397.000 hectáreas arrasadas por el fuego. Por ahora, al momento de escribir este artículo, han sido detenidas 38 personas, y se están investigando a otros 125 individuos como sospechosos de provocar los devastadores incendios. Y lo más terrible, lo más patético e insultante, es que muchos políticos, y sus palmeros, culpan al cambio climático. ¡Esta gentuza no tiene ni un ápice de vergüenza!
Incluso aceptando su “relato”, para intentar justificar su contrastada incompetencia, vamos a comprarles su “película”. Pues ya que sabes que es el terrible “cambio climático”, ¿por qué no adoptas medidas preventivas?, porque todo el mundo sabe que los incendios, cuando mejor se evitan, es en invierno. Estos maleantes están tan acostumbrados a soltar chorradas, a desviar la atención, que siquiera se sonrojan. Y menos mal que su Sanchidad estaba en Lanzarote, en su Palacete de La Mareta, porque al menos ahí molesta poco.
Pero como cada día ocurre a más gente, crece en mi interior la sospecha de que la ola de incendios responde a una estrategia deliberada, programada por unas élites desquiciadas, instrumentada desde la cloacas del poder y ejecutada por tristes y peligrosas marionetas. Incluso hay expertos que vinculan los incendios a los siete nuevos proyectos para extraer minerales raros o posteriores instalaciones de más campos de placas solares ¿Quién sabe? Posiblemente un combinado de múltiples intereses. Los mismos que dicen que somos el “faro de Occidente” mientras casi han desmantelado la industria nacional y la agricultura está en vías de desaparición. Resultado: soberanía económica inexistente, clase media empobrecida y sistema de pensiones en vilo.
Los incendios que están asolando España no son un accidente de la naturaleza ni un castigo del cielo: son directa consecuencia de un sistema político que juega con fuego mientras predica su burdo catecismo climático desde los púlpitos de Bruselas. Estos cretinos que cortan árboles para “plantar” placas solares, estos desalmados preocupados por los pedos de las vacas, pero que no permiten limpiar los montes con el natural pastoreo, nos llevan a la ruina y a la dependencia. Tienen como uno de sus objetivos que nuestro campo desaparezca, eliminar totalmente el medio rural.
Cada día se superan. La mayoría de los políticos disminuye su nivel y preparación, mientras han propiciado una disminución de la “inversión preventiva” de incendios forestales en más de un 51%. Esta gente ha demostrado ser tan groseramente maquiavélica, tan impresentable, tan patética en sus manejos que ya uno se lo cree casi todo. ¿Por qué no emplean el nivel 3 de Emergencia Nacional hasta que casi está todo calcinado?. Y por qué no aprovechar el verano, los incendios que están llevando a la mitad del campo español a la pura ruina, para desviar el foco de atención social de la corrupción a un nuevo y evitable desastre.
Cuando escuchas a estos “ecolojetas de salón” te preocupas, porque individuos que no han pisado el monte en su vida, gente que tiene delirios ecológicos en la sesera y que se empecinan en sustituir la realidad por sus desvaríos ideológicos, son los que toman las decisiones. No les es suficiente con sus planes de «recuperación de la naturaleza», medidas que han causado inundaciones y ahora son combustible para los incendios, ni tienen bastante con la asfixia fiscal y normativa a los trabajadores del campo, campesinos, autónomos, ganaderos y explotaciones agrícolas, con las lógicas consecuencias: despoblamiento e inevitable abandono de nuestros cultivos y ganaderías, mientras fomentan una alocada dependencia de terceros países a los que no les exigen sus paranoicas e interminables “chorradas”.
Su Sanchidad es único frente a los desastres. Le encanta sacarse de la chistera un Fondo Especial para Afectados por los incendios, dotado de tantos millones como los que no han llegado a Valencia (Riada) o La Palma (Volcán). Por supuesto, llenarse la boca anunciando la creación de un Observatorio del Observatorio del Fuego cuya misión sea observar si los observadores están observando correctamente desde su observatorio, y sobre todo de forma ecoresiliente y con conciencia de género. «Es el cambio climático», decía la ministra Aagesen mientras la policía detenía a varios «cambios climáticos» con nombre y apellidos. De veras, uno ve la actitud del Gobierno frente a las catástrofes naturales que nos flagelan y necesariamente piensa que se nos escapa algo. Resulta verdaderamente difícil ser tan estúpido o tan malvado…
Justo hace dos semanas escribía sobre la guerra en Ucrania. Pues para tocar más los “mondongos” resulta que los helicópteros rusos KAMOV que se utilizaban otros veranos y que resultaban eficientes para las tareas de extinción llevan casi 3 años inactivos por las sanciones económicas a Rusia. Otros medios ahora más necesarios que nunca, por expresa determinación del gobierno, siguen en la misma situación: parados. Insisto, incluso comprando el burdo relato del cambio climático, la mínima prevención, resultaría muy lógica y perfectamente programable.
Me resulta increíble la paciencia que la sociedad española está teniendo con estos “tenderos de la política”, que llevan medio siglo repartiéndose la tarta. Creo que no sobra recordar hoy que al fuego y a quienes lo están padeciendo no les afectan los vacíos discursos, los relatos, y los infantiles enfrentamientos entre comunidades autónomas y gobierno. Al final lo que resulta evidente es el lío infinito de competencias, gestionado por un atajo infinito de incompetentes.
El desastre del fuego les ayuda a propiciar el abandono del campo. Los incendios no los genera el clima sino el hombre: Según la EGIF (2013–2022), el 87% de los incendios forestales fueron provocados por el hombre. Por otro lado, no hay gestión de los montes por la imparable despoblación del mundo rural a causa de leyes de “falso verde” que hacen que las actividades agrícolas y ganaderas sean inviables. La población rural ha caído del 43,4 % en 1960 al 16 % en 2021, lo que reduce la limpieza natural del monte y favorece la proliferación de maleza y residuos combustibles.
Medio siglo que se dice pronto y la fractura no ha dejado de crecer. A veces se palma la consternación en las calles, es difícil prescindir de la realidad, pero el empobrecimiento se ejecuta y promueve cada día en los despachos de los políticos y parlamentos. Arde nuestro país desde hace semanas, pierden los de siempre, al perder lo valioso que tenían, una casa, unos campos de cultivo y unos animales, y los caraduras de los partidos políticos todavía discutiendo de quién es la competencia, si autonómica, si nacional, o si de algún crápula en un elevado y distante parlamento.
No sé de quién era la cita, pero la compro en su totalidad: el malvado está dispuesto a arrasar la tierra con tal de gobernar sobre las cenizas.
Está clarísimo. Terroríficamente claro.
Luis Nantón Díaz
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SIEMPRE APRENDIENDO

Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
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