El relato es bonito, entretenido, incluso esperanzador. Pero un relato es una creación, una deformación de la realidad, la mayoría de las veces… un simple cuento. Frente al relato tenemos tres enérgicas herramientas, al alcance de cualquiera. Primero estar en la calle, un baño de realidad basado en la propia experiencia. Segundo, un poquito de espíritu crítico. Y tercero, y último, el sentido común. Todos ellos presentes en cualquiera que quiera sentirse vivo y consciente.

En la vieja Europa, en las tres economías más importantes de la eurozona; Francia, Reino Unido y Alemania, millones de ciudadanos demuestran su hartazgo y desilusión por los partidos políticos de siempre. Pese a la creciente presión mediática, incluso a la censura más totalitaria, el cuento de izquierdas y derechas,  cada día convence a menos gente.

Estos políticos, y sus padrinos globalistas de la agenda 2030 afirman que los electores no saben, que están confundidos. Con ese casposo paternalismo hacia los ciudadanos, se obstinan en determinar lo que debemos beber, viajar, consumir, comprar o votar. Somos niños pequeños, y sólo los políticos saben lo que es bueno para nosotros.

Pero muchas cosas están alterándose y aquí tenemos una muestra de ello:

– Francia: El Rassemblement National superó el mes pasado la barrera del 30%, situándose con diferencia como primera fuerza política gala. El desgastado Presidente Macrón que acaba de perder una nueva moción de confianza no alcanza ni el 13% del electorado. Peor lo tienen los de la France Insoumise, infumable batiburrillo de izquierdas de todos los colores y tonos, que en un mar de siglas no llegan al 23%, perdiendo posiciones desde las pasadas elecciones del pasado ejercicio. Mientras, el déficit público está cerca del 6%, casi el doble de lo acordado comunitariamente.

– Alemania: La CDU continúa perdiendo apoyo en Alemania como consecuencia de su Gobierno de coalición con los socialistas del SPD. Así, el último barómetro de RTL/ntv señala una ventaja de dos puntos de la derecha identitaria (AfD, 26%) respecto a los democristianos (24%). Importante destacar que el Presidente Merz, al día siguiente de ganar las elecciones por estrecho margen, se desmentía de las más importantes promesas electorales. Los germanos se están cansando de tanto cordón sanitario y de votar a un partido, que se desvanece en infumables coaliciones que sólo buscan mantener las estructuras de poder. El resto se sustenta en los tibios socialistas del SPD (13%) de Los Verdes (12%) y Die Linke (11%)…

– Reino Unido: Aquí tenemos el mayor crecimiento registrado, casi podríamos decir que espectacular. Hablamos de Reforma UK de Nigel Farage con la estimación de un 35% de los votos y 400 diputados, quedando el Partido Conservador con 23 escaños y los laboristas con 91. El primer ministro británico Starmer, del partido Laborista, está en mínimos históricos. Todavía haciendo la digestión de la caída de Angela Raymer, número dos del gobierno. El Partido Conservador sencillamente ha colapsado y el gobierno del premier Starmer goza de un indudable rechazo social creciente y masivo. Mientras los ingleses se crispan día tras día, continúan las detenciones y procesamientos legales por meros delitos de opinión, en una auténtica deriva totalitaria.

Europa pierde protagonismo, al mismo tiempo que pierde a marchas forzadas su identidad. La ineficacia de los partidos políticos de este medio siglo, genera problemas y dependencias comunes. No saben, ni quieren aportar soluciones. Continúan aumentando el déficit público, con una deuda pública tan gigantesca, como imparable, que provoca una galopante inflación que asfixia a la ciudadanía. Como no es poco, continúan aumentando la presión fiscal, los impuestos, mientras nadie se plantea reducir drásticamente el volumen de burocracia, o reducir a límites soportables los grupos sociales subsidiados y las redes clientelares.

El eclipse que oscurece a occidente, tiene sus principales causas en su interior. Estamos en manos de funcionarios afincados en Bruselas, a los que nadie ha votado, que mantienen una estructura de poder diseñada para y por los grandes grupos de poder. En lo tecnológico, el tren se nos ha escapado: sin gigantes digitales, dependientes de chips asiáticos y de sistemas de inteligencia artificial chinos o norteamericanos. En lo industrial, ya no somos competitivos. En energía, somos absolutamente vulnerables; ya no somos productores, ya no estamos en el centro, sólo somos consumidores.

Europa sigue siendo un actor de cierta relevancia en lo económico y en lo cultural, pero ya no desarrolla un papel preponderante en el orden internacional. Desde este intrincado presente nos encontramos con la disyuntiva de optar por reinventarnos a lo grande o resignarnos a una derrota sin paliativos. Hablamos de resignarse a languidecer hasta la extinción.

Uno de los principales problemas que focalizan los ciudadanos europeos, es el de la inmigración masiva e ilegal. Ya es poco discutible que nos enfrentamos a una estrategia de ingeniería social, dónde se está ejecutando una sustitución de los barrios, pueblos y ciudades europeas. Hablamos de profundas alteraciones sociales, económicas y culturales que hay que analizar con detenimiento y con transparencia. La llamada crisis de la inmigración ilegal es, básicamente y sobre todo, una crisis del sentido común. 

Es menester retornar a las prioridades nacionales dónde muchos compatriotas han caído en desgracia después de muchos desgobiernos del PSOE y del PP; de quebrar nuestra economía, de malvender nuestra riqueza, de descapitalizar una nación que hoy no es ni la sombra de lo que fue.

Necesitamos soluciones, requerimos seguridad, y por qué no, algo de ilusión en la construcción de un futuro. Ese mismo futuro dirá si esta fecha marca el inicio de una mutación o la ratificación de un final.

Luis Nantón Díaz