Esta semana se cumplen 50 años de la Marcha Verde. Medio siglo de una traición pactada que determinó que el Reino de Marruecos se apoderara del Sahara y subyugara a su pueblo. Nuestros vecinos saharauis siempre han disfrutado de las sinceras simpatías del pueblo canario, pero una cosa son los saharauis y otra bien distinta el Frente Polisario. No podemos olvidar que desde 1970, pese a que España ya había iniciado el proceso de descolonización, asaltaron incesantemente los pesqueros españoles y asesinaron a más de un soldado español que todavía merece nuestro recuerdo. Los “polisarios” tuvieron lo que su política cosechaba: una guerra que no podían ganar y los campamentos de refugiados de Tinduf al final del camino.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha dado luz verde a una resolución propuesta por la administración de EE.UU, que encarrila la propuesta de autonomía bajo soberanía marroquí como base para las negociaciones. A cambio, como pequeña compensación, renueva un año más de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental. Es necesario destacar los datos de la votación, que ha finalizado con el resultado de 11 votos favorables, tres abstenciones, (China, Rusia y Pakistán) y ningún voto frente a la propuesta marroquí. Les costó, pero se notaron las presiones del gobierno Trump para considerar “la propuesta de Rabat como la solución más viable”.

Argelia no participó en esta controvertida votación, que plasma de forma cristalina una tendencia: Occidente abandona progresivamente la defensa de los legítimos intereses saharauis. No hay mejor ejemplo, si es que todavía somos parte de Occidente, que nuestro país. Su Sanchidad, carta arriba, Pegasus abajo, se ha convertido en el mejor amigo del feudalismo marroquí. También Donald Trump y Emmanuel Macron han proclamado que Estados Unidos y Francia “reconocen” la soberanía de Marruecos sobre el territorio. No es lo más adecuado, pero a lo mejor hay que volcarse en un baño de realismo.

La Marcha Verde se ejecutó el 6 de noviembre de 1975, aprovechando la debilidad española, mientras Franco agonizaba en La Paz. Con callada colaboración occidental, militares y civiles marroquíes, liderados por el rey Hasan II, se apoderaron de la provincia número 53 de España. A partir de ese momento, decenas de miles de marroquíes se instalaron desde entonces en ciudades como El Aaiún o Dajla, la antigua Villa Cisneros. Al mismo tiempo multitud de paisanos se vieron obligados a huir a Argelia y allí siguen hasta la fecha.

La Marcha Verde es un potente símbolo de lo que los nacionalistas marroquíes del ISTIQAL denominan el “GRAN MARRUECOS”. Para alcanzar sus metas, no ocultan una estrategia expansiva, sustentada en su innegable potencial demográfico. Este “espacio vital” para la dinastía gobernante, y sus ideólogos, incorpora al territorio del Reino de Marruecos, a Sidi Ifni y al Sáhara Occidental, a los territorios de Tinduf y Bechar pertenecientes a Argelia, a buena parte de Mauritania, a las plazas de Ceuta y Melilla, a las Islas Adyacentes, y no se cortan al referirse a nuestra comunidad canaria. Así que es necesario rememorar este 50º aniversario de la Marcha Verde para recordar que España tiene un enemigo en el Sur, un enemigo que está practicando una “guerra de baja cota” exportando inmigración islámica, y haciendo competencia desleal a los productos agrícolas españoles. Este es el problema, que nos consideran un territorio a conquistar y parece que no nos percatamos.

Me ha sorprendido percibir cierta alarma en Canarias, por esta resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el Sáhara. Nunca había visto declaraciones tan lúcidas, advirtiendo sobre el afán expansionista de Marruecos. Análisis de profesionales de diversos sectores, sobre las repercusiones para Canarias en áreas estratégicas como el turismo, puertos, pesca, la gestión de recursos naturales como las tierras raras o las demarcaciones de aguas territoriales o espacios aéreos. También es verdad, que en paralelo percibo a muchos empresarios, que ven la oportunidad de pactar con el “enemigo” ya que el dinero nunca tiene nacionalidad.

Marruecos lleva décadas impulsando una ocupación económica del territorio, con la intención de promover enormes infraestructuras en poblaciones como Dajla o El Aaiún, con inversiones que reforzarían su control político y desplazarían a la población local. Cada día cobra más fuerza la construcción de un megapuerto que comprometería los intereses canarios. Hace unas semanas, en la compra de una importante naviera canaria, advertimos potentes intereses marroquíes en la adquisición, que resultó finalmente fallida al prosperar la oferta de Balearia.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha reconocido oficialmente al Frente Polisario como representante soberano del pueblo saharaui en las sentencias del pasado año. Esto conllevó la anulación de los acuerdos de pesca de la UE con Marruecos aunque con un débil cumplimiento. Las cosas han cambiado mucho en el Sahara desde 1.975, Marruecos estaba vinculado a la esfera de influencia francesa. Pero en la actualidad  el “reino Alauí” es la rampa de lanzamiento en África para las multinacionales norteamericanas. Y este cambio geopolítico pesa mucho.

La República Árabe Saharaui Democrática continúa apostando para que el nuevo «Estado Saharaui» negocie con Rabat «relaciones estratégicas de cooperación» en materia política, económica y de seguridad. Las posibilidades son escasas, dado que el Gobierno Marroquí se sabe caballo ganador. Con cerca de un millón de marroquíes ya instalados en el Sahara, ni el plebiscito, ni el censo previo, conducirían a un cambio importante. Así pues, la demanda de 1970 de un “referéndum de independencia”, formulado por las Naciones Unidas, ya no es viable: masivamente, el “nuevo electorado”, votaría NO a la independencia.

Seamos pragmáticos. Para que un territorio pueda considerarse estado independiente, lo primero que precisa es disponer de capacidad para asegurar su independencia y para hacer respetar sus derechos como Estado. Sin olvidar que precisa infraestructuras, comunicaciones, representaciones en el extranjero, fuerzas armadas, sanidad, burocracia, instituciones, etc… Toca darse un baño de realidad . A lo mejor no negociar la fórmula de la autonomía conlleva tanta ceguera como no percatarse de que tienes a tu enemigo al lado.

Luis Nantón Díaz