Empezando el año y continuamos inmersos en este esperpento en que se ha devaluado la política española. No nos engañemos, pudiera parecer que el espectáculo no da para más y posiblemente así sea. Pero yo no las tengo todas conmigo: queda mucho y, sobre todo, aún queda lo peor. No atisbemos a su Sanchidad como un tipo racional asumiendo que lo mejor para el país es anticipar las elecciones. Al contrario, esperemos un ataque final, inaudito, desesperado, sin control, con todo y contra todos. Le anima y estimula el obsesivo objetivo de conservar el poder. El riesgo es máximo y, sin duda, nuestro Gran Timonel morirá matando, es decir, hipotecando lo que nos queda de futuro, con sus pactos con una tropa de descerebrados a los que solo les preocupan sus taifas.
Además, el PP es más de lo mismo. Más de lo de siempre. En su eterna búsqueda del centro inexistente, se han convertido en una burda copia de Ferraz, con idénticos tintes de agenda 2030 y furibundo wokismo. Cada día aumentan su capacidad de espejo, y a lo mejor de espejismo, al replicar al PSOE en casi todos sus males y carencias: aprueban una cosa, hacen la contraria y dentro todos callan, presas de un tacticismo acomplejado y perdedor. Es lo que ocurre, cuando el personal no es lo mejor del pueblo, y todos ansían aparecer en la foto.
Empezando el año y las carencias se mantienen y acentúan. Lo público cada día ofrece menos, y lo constatamos, cada vez que nos acercamos a una oficina de la Administración. Pese a la estafa de la cita previa, fomenta la desgana, y los magníficos profesionales, se están convirtiendo en una minoría. La recogida de basuras es uno de los más recientes exponentes del nuevo juego: ofrecemos un peor servicio, con menos calidad y frecuencia, pero te cobramos más. Nuestros gobernantes son especialistas en tasas, con nombres poéticos, finalidades abstractas, y la única finalidad de esquilar bien a las ovejas.
Empezando este 2026 y pronto podremos confirmar que el Estado ha recaudado más de 325.000 millones de euros por tributos. Nunca un gobierno ha recaudado tanto, aportando menos a la productividad y al óptimo funcionamiento del país. Estamos hablando de treinta mil millones de euros más. Para que podamos hacernos una idea, vamos a compararnos con los presupuestos inmediatamente anteriores a la llegada al poder de su Sanchidad en el año 2018. Fue la primera vez en que el objetivo fiscal, la recaudación superó los 200.000 millones. Para que diga la “chiki” que el dinero no es de nadie.
Recaudar más está muy bien, siempre y cuando esté en relación con un sustancial aumento de la productividad y crecimiento de la nación. Pero en este caso, estamos hablando de puro aumento de la presión fiscal. El Gobierno se aferra al crecimiento del PIB, que siempre es un dato positivo, salvo que esté directamente vinculado a un crecimiento demográfico exponencial. Si el aumento poblacional obedece a la inmigración, es cuando no cuadran las cuentas. Más población supone más Producto Interior Bruto, aunque muchos de los nuevos ciudadanos estén subvencionados, los impuestos indirectos que liquidan como IVA e IGIC, no compensan el coste de los servicios públicos y estructurales que exigen y demandan.
Le invito a analizar datos, no a perder el tiempo en soflamas políticas o devaneos buenistas. Estadísticas oficiales como renta por habitante, y cualquier dato de productividad. Aun así, en la última década el PIB ha crecido un 50%, pero las cuestiones continúan siendo las mismas: ¿dónde está esa prosperidad?, ¿en los salarios, que han crecido menos de un 3% en los últimos treinta años? ¿en el precio de la vivienda, que ha pasado de menos de 1.500 euros el metro cuadrado a más de 2.100 a finales del tercer trimestre del pasado año?,
Pero el más brutal y salvaje incremento impositivo de los últimos años no se ha aprobado en ningún Parlamento, sino que ha sido grabado a fuego de la forma más subliminal. El impuesto se llama inflación. Es la progresividad en frío, que consiste en que Hacienda no adapta a la inflación las tarifas fiscales y los límites monetarios. Desde 2015, sólo tres ejercicios han acabado con deflación, es decir, con descenso de precios; en los demás, la inflación ha sido positiva (en 2022, un 8,39%; en 2023, un 3,53%; y en 2024, un 2,9%). Si pese a que perdemos poder adquisitivo, en algunas áreas más del 30%, no actualizamos la presión fiscal, el negocio estatal es redondo.
Nadie discute que hay un terrible problema de vivienda. Pues no solo que desde hace décadas se incumplen las promesas de liberación del suelo, y de promocionar vivienda, sino que además el gobierno se lucra con el desastre del sector. La vivienda proporciona a las Administraciones una recaudación cercana a los 52.200 millones de euros anualmente, lo que representa un 3,5% del PIB y un 18% de la recaudación tributaria total. Por el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, 8.000 millones; por el IRPF asociado, 6.500 millones; etc. Los municipios reciben 14.000 millones por el IBI y 2.000 millones más por la plusvalía. Pero los políticos de siempre, especialmente su Sanchidad, nos escupen permanentemente promesas sobre las miles de viviendas que van a hacer…
Empezando este 2026 y todavía el personal continúa mirando hacia otro lado o escondiendo la cabeza. El sistema de pensiones se hundió, es insostenible. Este año, se calcula que la Seguridad Social abonará más de 215.000 millones. Y como los ingresos por cotizaciones laborales no cubren las salidas, el Estado tiene que transferir 50.000 millones de euros a la Seguridad Social, pese a los nuevos y resilientes impuestos en las nóminas de todos los “paganinis”.
En vez de gestionar hábilmente, con prudencia y contención, este debilitado gobierno se ha lanzado a un desenfrenado endeudamiento que tiene por finalidad la compra de votos y el mantenimiento de redes clientelares. ¡Puro sistema Chavista!. Su Sanchidad continúa con sus desequilibrios estructurales y fomentando el gasto público expansivo. Se incrementará la retribución de los funcionarios un 11% en tres años. Las pensiones contributivas y de clases pasivas del Estado subirán un 2,8% en 2026; mientras que las mínimas aumentarán cerca de un 6%, y las pensiones no contributivas e Ingreso Mínimo Vital se revalorizarán cerca de un 10%. Todo esto es fantástico, pero nadie explica de donde sale la pasta.
Y lo peor es que tras el día de la “liberación”, tengo razonables dudas de que los que vengan, se resistan a utilizar un estado alterado, politizado e inequívocamente direccionado a practicas totalitarias y manipuladoras. Pedro Sanchez va a dejar una maquina muy bien engrasada.
Para empezar este 2026, terminemos con el escritor nipón Haruki Murakami: «Cerrar los ojos no va a cambiar nada. Nada desaparece simplemente por no ver lo que está pasando. De hecho, las cosas serán aún peor la próxima vez que los abras. Sólo un cobarde cierra los ojos. Cerrar los ojos no va a hacer que el tiempo se detenga».
Luis Nantón Díaz
Related posts
SIEMPRE APRENDIENDO
Ante todo gracias por tu visita.
Te presento un recopilatorio de los artículos que semanalmente se publican en el CANARIAS 7, y que con auténtica finalidad terapéutica, me permiten soltar algo de lastre y compartir. En cierta medida, de eso se trata al escribir, de un sano impulso por compartir.
La experiencia es fruto directo de las vivencias que has englobado en tu vida, y mientras más dinámico, proactivo y decidido sea tu carácter, mayor es el número de percances, fracasos, éxitos… Los que están siempre en un sofá, suelen equivocarse muy poco…
Y, posiblemente eso sea la experiencia, el superar, o al menos intentarlo, infinidad de inconvenientes y obstáculos, procurando aprender al máximo de cada una de esas vivencias, por eso escribo, y me repito lo de siempre aprendiendo, siempre.
Me encantan los libros, desvelar sus secretos, y sobre todo vivificarlos. Es un verdadero reto alquímico. En su día, la novela de William Goldman “La Princesa Prometida” me desveló una de las primeras señales que han guiado mi camino. La vida es tremendamente injusta, absolutamente tendente al caos, pero es una experiencia única y verdaderamente hermosa. En esa dicotomía puede encontrarse ese óctuple noble sendero que determina la frase de aquel viejo samurái: “No importa la victoria, sino la pureza de la acción”.
Como un moderno y modesto samurái me veo ahora, en este siglo XXI… siempre aprendiendo. Los hombres de empresa, los hombres que intentamos sacar adelante los proyectos de inversión, la creación de empleo, los crecimientos sostenibles, imprimimos cierto carácter guerrero a una cuestión que es mucho más que números. Si además, te obstinas en combinar el sentido común, con principios, voluntad de superación y responsabilidad, ya es un lujo.
Si también logramos inferir carácter, lealtad y sobre todo principios a la actividad económica, es que esa guerra merece la pena. Posiblemente sea un justo combate.
Ver más